domingo, 27 de noviembre de 2011

LOS OTROS MADROÑOS

    Estoy acostumbrado a una vida esforzada, llena de aventuras y no exenta de peligros. Precisamente vengo de robar las manzanas de oro –empiezo a estar harto ya de los trabajos que me encomienda Euristeo- del árbol que Gaya, la Tierra, regaló a Hera el día de su boda. Para ello he tenido que engañar al titán Atlas, padre de las Hespérides, para que sustrajera para mí las dichosas manzanas. Aunque debo precisar que el engañado a punto estuve de ser yo, allí dejé, sin embargo, al forzudo atlante soportando sobre sus hombros la abrumadora carga de su destino.
     Tengo que reconocer lo mucho que se parecen estos árboles de frutos dulces pero embriagadores que crecen  en el bien cuidado jardín que las “Hijas del Atarceder” tienen en los confines del mundo a aquellos otros árboles que en el oriente formaban el pequeño bosquecillo donde colgada de una rama nuestro líder, Jasón, encontró la piel del célebre carnero alado Crisomalo, el famoso “Vellocino de Oro”. Sí, porque apenas un desconocido en el olimpo de los dioses, yo, hijo de Zeus, estuve entre los héroes escogidos que viajaron con Jasón en la mítica epopeya a bordo de la nave Argo rumbo a la Cólquida, el país del rey Eetes y de su bella hija, la hechicera Medea. Aquella odisea inolvidable, que nada tiene que envidiar a otras con mayor e injusto renombre, me sirvió para curtirme como héroe legendario mientras me preparaba física y mentalmente para mis futuras hazañas. Sí, ya se que dicen las malas lenguas que yo sólo formé parte de la expedición de los Argonautas únicamente en sus comienzos pero no es más que un rumor injurioso lanzado por mis enemigos para desacreditarme.
     Pero no divaguemos. Volviendo al asunto de estas manzanas, nada se ha dicho acerca de cuantas de ellas debo entregar a mi primo Euristeo, digo yo que por comerme una o dos tampoco se va a acabar el mundo; es que son un poco espiritosas, ¿saben?.
     Ahora debo emprender sin más demora el último y más difícil de mis trabajos: capturar con mis propias manos a Cerbero, el perro de tres cabezas que custodia la entrada al Hades, lo que me recuerda que tengo que buscar a mi viejo amigo Orfeo, el único hasta el momento que ha conseguido salir con vida del subterráneo mundo de los muertos.

¿Manzano o madroño?
     El héroe griego Heracles, al que posteriormente los romanos llamaron Hércules, con cuyo nombre se extendió su fama por todo el mundo, nos contaba en este relato su incidente con unas manzanas, frutos robados del célebre “árbol de las manzanas de oro” en el jardín de las Hespérides. Como la mitología griega no deja claro que este árbol fuera un manzano, algunos consideran que en realidad podía tratarse de una especie de madroño, concretamente del Madroño canario (Arbutus canariensis), y sus frutos dorados los de este singular árbol endémico de las islas canarias.
     Más tarde, en nuestra sección de curiosidades, hablaremos de las andanzas de Hércules y su aventura con las manzanas doradas, pero a continuación vamos a conocer un poco más a este peculiar madroño y de paso también a otras especies del mismo género.
     Ya hablamos del madroño común (Arbutus unedo) en una entrada anterior (en el continente americano lo conoceréis con nombres como camarón, sálamo, alazano, harino o urraca), así que en esta ocasión nos centraremos en “los otros madroños”:



Frutos de Madroño Canario (Arbutus canariensis)
MADROÑO CANARIO
Arbutus canariensis Veill.
Madroño canario.
Familia: Ericaceae.
Etimología: Arbutus es el nombre latino del madroño, palabra que quizás fuera tomada del celta Arbois (áspero, rudo). Canariensis viene del latín canarinesis-e que significa “procedente de las Islas Canarias”.
Lugar de origen: Es endémico del archipiélago canario.


Descripción:
Árbol perennifolio, en ocasiones de porte arbustivo, que puede alcanzar una altura de hasta 10 metros. Tiene la corteza de color pardo-rojiza, es muy lisa y tiende a desprenderse en escamas. Sus hojas son subcoriáceas de forma oblongo-lanceoladas, aserradas y de 8 a 15 cm de longitud. Son de color verde oscuro por el haz y más claras por el envés. Tienen ligera pilosidad en el pecíolo. Las flores son hermafroditas y tienen aspecto de pequeñas campanitas pendulares de un color blanco-verdoso muy pálido con tonos rosáceos y se presentan en panículas terminales. Los frutos son bayas de forma más o menos esférica con la superficie granulosa, de 2 a 4 cm. de diámetro y de color anaranjado. Son comestibles aunque espiritosos cuando están muy maduros, por lo que si se comen demasiados pueden llegar a embriagar. Dentro de su pulpa están contenidas las diminutas semillas.

Arbutus canariensis
Cultivo:
En su hábitat natural se le suele encontrar en las comunidades de laurisilva y por tanto comparte las condiciones especiales de cultivo que ello requiere: suelos fértiles y húmedos y exposición semisombreada. Se puede reproducir por esquejes además de por semillas que se pueden recoger en octubre o noviembre cuando los frutos caen al suelo. La época de siembra puede ser en primavera o en otoño.

Utilización:
Los guanches lo utilizaban para el consumo de sus frutos. En jardinería no está muy representada, pudiéndose utilizar tanto de ejemplar aislado como en formación de setos.

Propiedades medicinales:
Tiene propiedades astringentes y se usa como antiséptico y antiinflamatorio. Las hojas y la corteza se usan para combatir las infecciones urinarias, cistitis, cálculos y cólicos renales. La corteza es rica en taninos por lo que se ha usado como curtiente.
A la izquierda, flores de Madroño Canario. A la derecha, detalle de las hojas.



Frutos de Madroño Oriental (Arbutus andrachne)
MADROÑO ORIENTAL
Arbutus andrachne,  L.
Madroño oriental, Madroño de Grecia, Madroño de Chipre.
Familia: Ericaceae.
Etimología: Arbutus es el nombre latino del madroño, palabra que quizás fuera tomada del celta Arbois (áspero, rudo). Andrachne es el nombre antiguo con el que se conocía esta especie.
Lugar de origen: Nativo de Grecia, Mediterráneo oriental y Asia menor.

Descripción:
Este madroño es un arbusto de madera dura y granulosa que en ocasiones se presenta con el porte de un pequeño árbol que puede alcanzar los 8 metros de altura. Posee un corteza rojiza que se divide en láminas o escamas. Sus hojas, de entre 5 y 10 cm. de longitud, son oblongas, de textura coriácea o subcoriácea con los márgenes aserrados o enteros. Son de color verde oscuro por el haz y algo más claro por el envés. Las flores son hermafroditas, florecen en otoño, son de color blanco y están distribuidas en panículas erectas. Los frutos son globosos, de 1 a 1,5 cm de diámetro con la superficie granulada y de color rojizo-anaranjado, conteniendo en su interior un número indeterminado de semillas de pequeño tamaño. Estos frutos son comestibles, de sabor dulce y con un pequeño contenido etílico.

Cultivo:
Necesita una exposición soleada o media sombra. Prefiere el clima mediterráneo y es tolerante al frío. Se adapta bien a cualquier tipo de suelo excepto los calcáreos. Prefiere, sin embargo suelos profundos, fértiles y bien drenados. Tolera bastante bien la sequía, no así los transplantes. No es habitual la reproducción por esquejes debido a su dificultad, por ello se suele reproducir generalmente mediante semillas.

Utilización:
Tradicionalmente se ha cultivado en sus lugares de origen por sus frutos, utilizándose también para la elaboración de mermeladas y bebidas alcohólicas obtenidas por la fermentación de estos frutos. Asimismo es valorado por la calidad y dureza de su madera. En el plano ornamental se utiliza para la formación de setos y cercas.

Propiedades medicinales:
Se utiliza en homeopatía para tratar los eczemas, el lumbago o los transtornos vesicales. Tiene propiedades astringentes.
A la izquierda, flores de Arbutus andrachne. A la derecha, detalle de sus hojas.



Frutos de Madroño Americano (Arbutus menziesii)
MADROÑO AMERICANO
Arbutus menziesii, Pursh.
Madroño americano, Madroño del Pacífico, Madroña, Madroño de las Montañas Rocosas.
Familia: Ericaceae.
Etimología: Arbutus es el nombre latino del madroño, palabra que quizás fuera tomada del celta Arbois (áspero, rudo). Menziesii en honor del botánico británico Archibald Menzies.
Lugar de origen: Costa occidental de norteamérica.

Descripción:
Árbol perennifolio o arbusto de gran tamaño que llega a alcanzar los 15 metros de altura. De corteza lisa de la que se desprenden láminas, de color pardo-rojiza, más oscura y fisurada con la edad. Las hojas son persistentes, alternas, simples y de forma elíptica, generalmente enteras aunque en ocasiones presentan los bordes aserrados. Tienen el haz de color verde oscuro brillante y el envés más claro y azulado. Las flores son pequeñas y blancas o a veces teñidas de rosa, tienen forma acampanada y se presentan erguidas en grandes inflorescencias erectas en el extremo de los brotes, a finales de la primavera. El fruto es una baya más o menos esférica de color anaranjado a rojo bastante áspera y verrugosa de 1 o 2 cm. de diámetro. Al igual que en otros madroños los frutos son comestibles en pequeñas cantidades por su contenido de alcohol.

Cultivo:
Crece bien a pleno sol o semisombra, aceptando cualquier tipo de suelo ya sean arcillosos, ácidos, bien drenados o secos. En su hábitat natural crece en laderas húmedas y arboladas, acantilados y rocas costeras. Se reproducen generalmente mediante semillas que llevarán un previo proceso de estratificación. También se pueden propagar, aunque con mayor dificultad, mediante esquejes o acodado. Es muy delicado para los transplantes, no así para las podas.

Utilización:
Su madera es utilizada en revestimientos y molduras para interiores. También para la fabricación de carbón vegetal. En el plano ornamental, se puede utilizar como ejemplar aislado en la creación de jardines o en la formación de setos.

Propiedades medicinales:
La decocción de las hojas y la corteza secas se utiliza en caso de afecciones urinarias o diarreas. También se usa como antiséptico y antiinflamatorio, baja el colesterol, regula los niveles de azúcar y se usa como depurativo de la sangre.
A la izquierda, flores de Arbutus menziesii. A la derecha, detalle de sus hojas.


Refranero:
-Cuando el erizo se carga de madroños, entrado está el otoño.
-No aliño como el ajo, ni palo como el madroño.


CURIOSIDADES:

Oruga de la Mariposa del Madroño (Charaxes jasius).
1.-La mariposa del madroño
Existe una mariposa de la familia Nymphalidae cuya existencia está profundamente ligada al madroño, ya que en su estado larvario se alimentan en exclusiva de las hojas de este árbol. Por ello se la conoce con el nombre de “mariposa del madroño” (Charaxes jasius). Es la mariposa diurna de mayor tamaño que se encuentra en Europa y sin duda una de las más hermosas. La puesta de los huevos se realiza igualmente sobre las hojas del madroño, dispersas sobre la planta. Al salir del huevo, la pequeña oruguita empieza a engullir con sus potentes mandíbulas el borde de las hojas para después de varias mudas y una vez superado miles de veces su peso inicial convertirse en una oruga gigante de color verde fluorescente con una línea amarilla en ambos costados a lo largo de todo su cuerpo y con una gran cabeza coronada con cuatro cuernos dirigidos hacia atrás. Tras su transformación en crisálida pegada a una de las ramas del madroño, terminará su metamorfosis convirtiéndose en una espectacular mariposa diseñada con figuras geométricas a modo de damero a base de naranjas, marrones, negros y blancos. Abandonará por fin el árbol que la vio nacer, al que sólo volverá para  cerrar el ciclo de la vida con una nueva puesta de huevos.
Vistas del reverso y el anverso de la Mariposa del Madroño (Charaxes jasius).

"Hércules y la hydra", cuadro de Antonio Pollaiuolo
2.-Los 12 trabajos de Hércules.
     Para una mejor interpretación de nuestro relato inicial, vamos a intentar situarnos en escena conociendo antes un poco la leyenda de Heracles (Hércules) según nos la cuenta  la mitología griega:
     Hércules era hijo del dios Zeus y la humana Alcmena, heredando de su padre su fuerza prodigiosa. Hera, la celosa esposa de Zeus, mostró siempre su animadversión hacia el pequeño Hércules, poniéndole a prueba en numerosas ocasiones, hasta que en una de ellas vertió un veneno en la copa del joven Hércules que le hizo entrar en un estado de locura bajo el cual mató a su mujer y a sus propios hijos confundiéndolos con enemigos. Zeus, al enterarse de lo ocurrido obligó a Hera que le devolviera la razón, pero Hércules sin embargo no se libró del castigo por matar a su familia y fue obligado a servir de esclavo durante doce años para su primo Euristeo, rey de Micenas. Éste quería quitárselo de encima, y para ello se le ocurrió mandarle una serie de misiones. Misiones que la mitología recoge con el nombre de los 12 trabajos de Hércules.
     En el primer trabajo Euristeo le ordenó que diera muerte al león de Nemea, una fiera que de día se escondía y por la noche mataba a quién se cruzara en su camino. Como las armas que llevaba no eran efectivas por la dureza de la piel de la bestia, Hércules cogió al león por las patas dándole porrazos contra la pared para terminar estrangulándole, sacándole finalmente la piel para usarla como coraza.
     En el segundo trabajo debía matar a la hidra de Lerna, un monstruo de siete cabezas (una de ellas de oro), cuerpo de serpiente y garras de león. Durante la lucha Hércules iba cortando una a una las cabezas que a su vez se iban regenerando y cuya sangre al contacto con el suelo se convertía en escorpiones y serpientes. Entonces Hércules ideó una estrategia: con los tizones llameantes del incendio de un bosque cercano iba sellando las heridas abiertas en el cuello de la bestia para que no volvieran a regenerarse, hasta que quedó sólo la cabeza de oro la cual cortó y enterró bajo una gran piedra para que no volviera a retoñar.
"El jardín de las Hespérides" de Sir Frederick Leighton, 1892.
En la ilustración se representan las Hespérides bajo
el "Árbol de las manzanas de oro".
     Sucesivamente cada trabajo que le encomendaba Euristeo, Hércules los iba solventando  con ingenio y destreza. Así en el tercer trabajo debía apresar pero sin matar al jabalí de Erimanto, en el cuarto trabajo debía apresar a la cierva de Cerina, extraño animal con los cuernos de oro y pezuñas de bronce que nadie podía matarla, ni siquiera tocarla, en el quinto trabajo debía limpiar los establos de Augías, rey de la Élide, que por cierto estaba loco, en el sexto trabajo tenía que capturar al toro de Creta, en el séptimo debía ahuyentar a unas aves devoradoras de cosechas del lago de Estínfalo, en el octavo debía llevarle a Euristeo las cuatro yeguas de Diomedes que comían carne, en el noveno trabajo debía conseguir el cinturón de Hipólita, en el país de las Amazonas, en el décimo debía buscar a Gerión, un gigante de tres cuerpos, darle muerte y robarle sus bueyes que estaban guardados por un perro de dos cabezas, hermano de Cerbero.
     Así llegamos al undécimo y penúltimo trabajo, en el que tenía encomendado robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Estas manzanas pertenecían a Hera y tenían la propiedad de otorgar la inmortalidad. La diosa había plantado el árbol en un jardín divino en la ladera del monte Atlas, donde las Hespérides se encargaban de su cuidado y donde Ladón, un dragón de tres cabezas se encargaba de custodiarlo. Hércules tuvo que superar numerosos peligros antes de conseguir encontrar el jardín. Una vez allí y siguiendo el consejo de Prometeo, le pidió al titán Atlas que cogiese las manzanas mientras él sujetaba la bóveda terrestre en su lugar. El gigante, cansado de sostener el peso del mundo durante tanto tiempo aceptó el acuerdo. Cuando tuvo las manzanas, le dijo a Hércules que el mismo las llevaría a Micenas. Hércules se mostró de acuerdo pero le pidió al titán que sujetase durante un momento la bóveda mientras el se colocaba una almohada para estar más cómodo. Cuando el cándido Atlas tomó de nuevo el peso sobre sus hombros, Hércules cogió las manzanas y echó a correr. Al entregar las manzanas a Euristeo, éste le dijo que provocaría la cólera de los dioses y las rechazó. Entonces Hércules se las entregó a Atenea, que las volvió a poner donde estaban.
Hércules controlando al can Cerbero.
     Después de esta aventura a Hércules aún le quedaría un trabajo por terminar. En el duodécimo y último trabajo Euristeo le encomendó que le trajera al can Cerbero, convencido de que esta vez se lo quitaría de encima definitivamente. Cerbero era un perro monstruoso de tres cabezas y cola de serpiente que se encargaba de custodiar las puertas del infierno. Hércules lo venció con sus propias manos y se lo llevó vivo a Euristeo. Éste, cuando le vió llegar con el can se metió corriendo en una tinaja y le concedió la libertad a Hércules, el cual volvió a poner a Cerbero en la puerta del infierno, el lugar que le correspondía.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

GENÉRICOS: FICUS

     Aquel resultó ser, sin duda, un año complicado para Jánuman, el dios mono.  El monzón se retrasaba y la selva reseca con todos sus habitantes, criaturas pequeñas y grandes, árboles y hierbas, se hallaban al límite de su resistencia. Era urgente encontrar una solución o el hambre y la desesperación empezarían a hacer estragos entre los miembros de la comunidad. Todos eran igualmente vulnerables pues dependían los unos de los otros para seguir siendo actores en el teatro de la vida.
     Jánuman no quiso esperar más. En el gran claro del bosque convocó a todos los animales. Shailendra, el águila, vigilaba la reunión desde las alturas.
     “Todos estamos implicados” asintió Babar, el último león del bosque de Gir. “Sin pastos ni frutos, el sika, el gaur y el sambar desaparecerán y yo también moriré pues no tendré nada que comer” –.
     “Podría subir a la copa de la gigantesca Teca” comenzó a hablar Rania, la más pequeña de las arañas que levantando una de sus ocho patas había pedido la palabra. “Allí extenderé el más largo hilo de seda jamás tejido por los de mi especie. Soy ligera como el propio viento, él me llevará hasta los confines del mundo y ...”.
     “Pero el viento no sopla y de hacerlo, desde el océano, traería las esperadas lluvias terminando con nuestras preocupaciones, y a ti, querida amiga, te empujaría hacia los Himalayas” interrumpió Jánuman que parecía haber tomado ya una decisión. “No, pequeña Rania” añadió dirigiéndose ahora a todos los congregados “agradezco tu ofrecimiento pero necesitamos a alguien que no esté a merced de los caprichos del viento sino que, por el contrario, sea capaz de jugar con él y dominarlo para que trabaje en su beneficio” .
     Entre las ramas más altas de uno de los árboles que rodeaban el claro colgaba boca abajo Ambika, la rata voladora. Junto a ella, Alexandra, la cotorrita, no paraba de cuchichear. Aún no lo sabían pero Jánuman ya las había elegido como exploradoras. Ellas serían las que habrían de buscar y encontrar un lugar donde toda la comunidad de la selva pudiera trasladarse si la sequía persistente hacía inviable la supervivencia en sus tierras ancestrales.
     Antes de la partida cada una recibió diez higos del baniano sagrado junto con las instrucciones precisas para el viaje. Contaban por delante con apenas diez días para encontrar un nuevo paraíso.
     Alexandra dirigió su vuelo hacia el oeste mientras Ambika, que viajaría de noche, tomó rumbo al naciente. Así recorrieron el mundo mientras descubrían que en todos los lugares a los que llegaban había ya una comunidad establecida donde cada miembro desempeñaba un oficio exclusivo. Comprendieron que resultaría imposible todo traslado sin importunar o entrar en conflicto con sus legítimos pobladores.
     El día de su regreso, aunque volvían decepcionadas y un tanto alicaídas, una ráfaga de viento chocó contra el inmenso muro de los Himalayas y en el silencio retumbó un larguísimo trueno. La noche se cubrió de nubes furtivas que cegaron las estrellas y la lluvia conquistó la tierra sedienta.

     (Jamás sabrán que su viaje no había resultado del todo infructuoso. Sin darse cuenta, cada vez que comían uno de los higos sagrados estaban contribuyendo a dispersar la gran familia de las higueras por las latitudes cálidas del planeta).

EL GÉNERO FICUS
     El género Ficus lo forman alrededor de 800 especies pertenecientes a la familia Moraceae. Está constituido por ejemplares de apariencia arbórea, arbustiva o trepadora. La mayoría son de hoja perenne, exceptuando las especies que se desarrollan en latitudes no tropicales y zonas con una larga estación seca. Se caracterizan por poseer un falso fruto que derivan de una flor al que se denomina syconium (sicono) y al que todos conocemos como higo.
     Otra de las características de las especies de este género es la secreción lechosa que segregan al hacer un corte en cualquier parte de la planta. Esta sustancia se denomina látex y se utiliza en la fabricación del caucho.
     Ficus es un género cosmopolita (se encuentra representado en todos los continentes). Atendiendo a esta peculiaridad, vamos a hacer un repaso por algunas de las especies más significativas de cada continente.

Higuera común (Ficus carica)
EUROPA

HIGUERA COMÚN

Ficus carica, L.
Higuera, Breval, Cabrahigo.
Familia: Moraceae.
Etimología: Del latín Ficus que significa “higo”. Carica puede provenir de la antigua comarca de Caria en Asia occidental, en la que el cultivo de la higuera era muy extendido.
Lugar de origen: Aunque procede de Asia menor se introdujo en la Región mediterránea hace milenios donde crece de forma espontánea y asilvestrada.


Descripción:
Árbol de copa redondeada o achatada, a veces ramificado en forma de arbusto que puede alcanzar 8-10 m. de altura. De tronco retorcido y corteza lisa de color grisáceo. Ramas frágiles debido a que la higuera tiene la madera muy blanda. Las yemas terminales terminan en punta, son aproximadamente de 1,5 cm de longitud mientras que las yemas axilares son más pequeñas y romas. Las hojas son caducas, simples, alternas y dispuestas en espiral con la base de forma más o menos cordada. El limbo tiene forma anchamente ovada presentando generalmente de 3 a 5 lóbulos oblongos, es de textura coriácea o cartácea presentando una ligera pilosidad áspera por el haz, que es de color verde oscuro, algo brillante. El envés muestra pilosidad suave al tacto y es de color más pálido. Presenta nervios prominentes especialmente por el reverso de la hoja. Las flores son muy pequeñas, muy numerosas y se encuentran en el interior de un sicono (syconium) globoso o en forma de pera (higo). Este higo es comestible, de color verde o violeta oscuro según las distintas variedades. Los siconos pueden contener flores masculinas y femeninas al mismo tiempo o sólo poseer uno de los dos sexos, necesitando la ayuda de una pequeña avispa (Blastophaga psenes) para su polinización, aunque la mayoría de las variedades de higuera cultivadas fructifican mediante partenogénesis (sin polinización previa). Los verdaderos frutos de la higuera no son los higos sino las pequeñas pepitas de color rojo que contienen estos en su interior (aquenios). La higuera se reproduce mediante semillas o más comúnmente por esqueje o por acodo.
A la izquierda, hojas de Ficus carica. A la derecha, detalles los higos de la Higuera.


Baniano (Ficus benghalensis)
ASIA

BANIANO
Ficus benghalensis, L.
Baniano, Higuera de Bengala, Balete.
Familia: Moraceae.
Etimología: Ficus=Higo; Benghalensis por que procede de Bengala, región de la India. El nombre común “Baniano” se originó por el hábito en algunos pueblos asiáticos de colocar los tenderetes de los mercadillos bajo la protección de estos árboles y como los mercaderes ambulantes recibían el nombre de banianos terminaron dando nombre también al árbol.
Lugar de origen: Es un árbol endémico de la India, Pakistán, Bangladesh y Sri Lanka.

Descripción:
Se trata de un árbol perenne de 15-20 m de altura, de aspecto peculiar debido a las numerosas raíces aéreas que emite, sobre todo en climas templados y húmedos y que pueden llegar hasta el suelo para enraizar formando troncos. Estos “troncos-raíces” pueden extenderse indefinidamente hasta convertirse en un árbol gigante que puede ocupar varias hectáreas. El baniano tiene la corteza lisa, de color blanco-grisáceo de la que se desprenden pequeñas láminas irregulares. Las hojas son coriáceas, de forma anchamente ovada o elíptica y con el margen entero. Por el haz son glabras presentando un color verde oscuro brillante, mientras que por el envés son más claras y ligeramente pubescentes presentando una nervadura prominente. El pecíolo de la hoja también es pubescente. Como en el resto de especies del género Ficus, las flores se encuentran dentro de un sicono (higo). Estos se presentan en pares axilares, son sésiles, de color rojo brillante al madurar y al principio se encuentran encerrados dentro de una cobertura cónica que rodea el ápice. Los frutos son pequeños aquenios distribuidos en gran número en el interior del sicono. Los higos de este baniano no son muy atractivos para los humanos pero hay especies de monos a los que les encanta. También aves y murciélagos se nutren con estos frutos. Como los demás Ficus se multiplica excelentemente por esqueje y acodo. En la India se le considera un árbol sagrado.
A la izquierda, los higos maduros del Baniano. A la derecha, sus hojas.


Sicomoro (Ficus sycomorus)
ÁFRICA

SICOMORO
Ficus sycomorus, L.
Sicomoro, Sicómoro.
Familia: Moraceae.
Etimología: Del latín Ficus=Higo. Sycomorus proviene de “Sykon”, nombre griego del “higo” y de “Morus”, nombre latino de la  “Morera”, con lo que viene a identificarse con una “morera que da higos”.
Lugar de origen: Península Arábiga y África tropical, aunque está muy extendida por toda África.



Descripción:
Árbol perenne o caducifolio de aspecto erecto y dilatado de 10-15 m que puede alcanzar los 20 m de altura en su hábitat natural. Posee una copa muy ramificada y esférica. El tronco es corto y grueso con la corteza amarillenta, lisa o con escamas irregulares. Las ramillas jóvenes son pilosas y de color castaño claro. Las hojas son ovadas pasando después a elípticas o semicirculares, con la base cordada o a veces obtusa. El margen de la hoja es entero o un poco dentado con el ápice redondeado. De textura subcoriácea y rugosa, algo ásperas por el haz, de color verde oliva mate y algo más claras y pilosas por el envés, donde presentan una nerviación prominente y pubescente. Los siconos poseen pedúnculos tomentosos y se presentan solitarios o en pares axilares. Son pequeños, de forma ovoide o periforme y de color amarillento o rojizo en su madurez. Son comestibles, especialmente los de la subespecie gnaphalocarpa que tienen un tamaño mayor. Su madera es utilizada por las tribus locales para la fabricación de tambores y bongos. Se reproduce por esquejes.
A la izq., higos del Sicomoro en distinta fase de maduración. A la derecha detalle de la hoja.

Higuera herrumbrosa (Ficus rubiginosa)
OCEANÍA

HIGUERA HERRUMBROSA
Ficus rubiginosa, Desf.
Higuera herrumbrosa, Higuera mohosa, Ficus oxidado, Higuera de Puerto Jackson, Baniano australiano.
Familia: Moraceae.
Etimología: Del latín Ficus= “Higo”; Rubiginosus= “Oxidado” como alusión al color del envés de sus hojas.
Origen: Australia.

Hojas y frutos de la Higuera herrumbrosa.
Descripción:
Árbol perennifolio que alcanza  10-15 m de altura, de fuerte desarrollo y de copa redondeada o aparasolada. Tronco corto y recto, de corteza lisa, a veces algo rugosa, de color gris. Es propenso al desarrollo de raíces aéreas sobre todo en lugares donde la humedad ambiental es elevada. Sus hojas crecen alternas, son de forma ovada o elíptica y de textura coriácea. De color verde oscuro y glabro por el haz, presenta por el envés la peculiaridad de una densa pubescencia de tono rojizo herrumbroso. El margen es entero con el ápice agudo o redondeado. Estas hojas son toxicas si se ingieren. Los siconos son axilares, normalmente presentados a pares, pedunculados y al principio cubiertos por una bráctea caediza. Tienen forma globosa y son de pequeño tamaño, unos 2 cm de diámetro. Son de color amarillento al principio, se tornan rojizos al madurar y están cubiertos por una pubescencia herrumbrosa. Es una de las especies de ficus más resistente al frío y tolerante a la proximidad del mar.

Hojas de Ficus nymphaeifolia (Matapalo)
AMÉRICA

MATAPALOS
En Venezuela y otros países americanos se conocen como “Matapalos” algunas especies de árboles, especialmente del género Ficus, que tienen por característica que siendo en su juventud plantas epífitas (crecen apoyándose en otro árbol), debido a su crecimiento en busca de la luz solar, que es bastante escasa en el piso inferior de la vegetación de la selva, acaban estrangulando al árbol en el que se apoyaron. A menudo terminan matando a este árbol, por ello popularmente siempre se les ha conocido con el nombre de “Matapalo”.
Son Matapalos, por tanto, especies tan conocidas como el “Matapalo extranjero” (Ficus benjamina) o el “Caucho” (Ficus elastica) ambas de origen asiático utilizadas en la actualidad muy habitualmente en la ornamentación de interiores. También entran en esta denominación especies de origen americano como Ficus longifolia, Ficus maxima o Ficus prinoides.
Para terminar con nuestro recorrido por los cinco continentes hemos elegido uno de los Matapalos más extendidos del continente americano, el Ficus nymphaeifolia.

Detalle de los higos de Ficus nymphaeifolia.
Ficus nymphaeifolia, Mill.
Matapalo, Higuerón.
Familia: Moraceae.
Etimología: Del latín Ficus=Higo. La palabra latina Nymphaeifolia deriva de Nymphaea que es el género que contiene el mayor número de especies de nenúfares y de folium que significa “hoja”. Las hojas de este matapalo recuerdan a las de algunos nenúfares.
Lugar de origen: Se distribuye por toda América central y parte de América del sur (Está presente en Nicaragua, Panamá, Costa Rica, Antillas o Guayanas y en países del sur como Venezuela, Perú, Bolivia, Colombia o Brasil).

Descripción:
Es un árbol de 10-15 metros de altura que puede llegar hasta los 30 m en sus zonas de origen. En su juventud nace como planta epífita y en ocasiones desarrolla raíces aéreas que le sirven de soporte. Tiene estípulas lanceoladas, glabras o ligeramente pubescentes. Las hojas están agrupadas en el final de las ramas, son de forma ovada con la base cordada y con dos lóbulos redondeados. Tienen el margen entero o en ocasiones algo ondulado y el ápice puede ser agudo o redondeado. La textura es cartácea o subcoriácea y el color es verde oscuro por el haz y más claro por el envés. Son glabras por ambas caras aunque puede presentar cierta pilosidad en la nervadura del envés. El pecíolo es glabro o ligeramente pubescente. Los siconos crecen  formando pares axilares, de color verde con un ligero punteado. Son sésiles o con un pedúnculo de 1-4 mm de largo. De forma globosa y textura lisa o ligeramente pilosa. Se multiplica por esquejes y acodos aéreos.



REFRANES DE LA HIGUERA
-“La higuera, el pie en el agua y el sol en la cabeza”.
-“Higuera breval, una o dos en cada corral”.
-“Le dice el higo a la breva, ¡déjame libre la higuera!”.
-“De higos a brevas, largas las lleva”.
-“Antes echará uva la higuera, que buena amistad la suegra con la nuera”.
-“Sea tuya la higuera y esté yo a su vera, que comeré higos, quieras o no quieras”.

Thimmamma Marrimanu, baniano mítico situado
 a 25 Km de la ciudad de Kadiri (India).
CURIOSIDADES
Los banianos, al igual que las distintas especies de matapalos, a menudo se van extendiendo desde su enclave original mediante las raíces aéreas que anclan en el suelo. Estas raíces crecen hasta el punto de convertirse en verdaderos troncos independientes del tronco original. Con las constantes formaciones de estas raíces, a veces consiguen extenderse a grandes distancias buscando las condiciones de luz más favorables. Con estos atributos es lógico pensar que sean especies de interés para el libro Guinness de los Récords. Así, el baniano más famoso es el del Jardín Botánico de Calcuta, que tiene más de 230 años y ocupa una superficie de 12.000 metros cuadrados y cuyo tronco principal tiene una circunferencia de doce metros. Sin embargo y a pesar de su fama no es este el baniano que figura en el libro de récords por su tamaño sino otro situado también en la India, a 25 Km. de la ciudad de Kadiri. Tiene unos 550 años, ocupa una extensión de 21.000 metros cuadrados y tiene 1.100 raíces columnares. Los lugareños le pusieron el nombre de Thimmamma Marrimanu y tiene su propia leyenda.
Templo dedicado a Thimmamma.
Según la leyenda este baniano toma el nombre de “Thimmamma”, una mujer justa que sirvió con devoción a su marido enfermo. Thimmamma era la hija de Sennakka Venkatappa y de Mangamma que pertenecían a una comunidad de comerciantes llamada Balija Setti, durante el imperio de la dinastía Kakatiya. Ella estaba casada con Bala Veerayya. Su marido murió  en 1434 tras una larga enfermedad, después de lo cual Thimmamma se inmoló siguiendo el rito del Satí. En el marco del hinduismo, el Satí es un rito que consiste en el sacrificio voluntario (a veces no tan voluntario)  de una esposa en la pira funeraria de su marido como acto final de “lealtad y devoción”. En vida ella había adquirido la fama de poseer poderes místicos cuando supuestamente hizo resucitar a dos palomas muertas e incluso se dice que hizo lo mismo resucitando a un gemelo. Esta fama de mística apoyó la idea entre los lugareños de que la mujer se reencarnó en el actual baniano de Kadiri, pues dicen que este árbol creció en el lugar donde se colocó la pira funeraria donde murió Thimmamma. Se cree que todavía vive en el árbol, por eso no deja de crecer. Actualmente hay un templo levantado en el centro de este gigante en honor de esta mujer, lugar que es visitado por multitud de parejas sin descendencia en la creencia de que si rezan a Thimmamma, según la leyenda, serán bendecidos con hijos en los años siguientes.

lunes, 20 de junio de 2011

LA COSCOJA

     Se acerca el fin. Pocos días ha de tardar mi gran enemiga, Roma, en extender su poder hasta éste, el último escondite de mi ya largo exilio, aquí en Bitinia. Todo está decidido, cuando lleguen no encontrarán otra cosa más que el cadáver de un hombre, un hombre que fue capaz él sólo de infundir durante años el mayor de los temores en el corazón de los romanos. Pero no es este el momento de hablar de mí, sino de mi gran rival, mi “alter ego” como diría él, el único general que puede vanagloriarse de haberme derrotado en el campo de batalla: Publio Cornelio Escipión, que recibiría el sobrenombre de “Africanus” tras su victoria en las llanuras de Zama a las puertas mismas de mi ciudad natal, Cartago. No, no le considero mi enemigo, debo insistir, sino mi igual. Mi único enemigo, como he dicho antes, ha sido siempre Roma. Hasta cuatro cónsules dieron la vida por su ciudad enfrentándose a mi poderoso ejército –aún conservo en mi mano derecha los anillos consulares de Cayo Flaminio y de Claudio Marcelo–.  Fueron hombres valientes y se les trató tras su muerte con el respeto y honor que merecían. No puedo decir lo mismo de Quinto Fabio Máximo, el viejo senador que manejaba los hilos del poder en Roma que mandó arrojar sobre mi campamento la cabeza de mi amado hermano Asdrúbal, muerto junto al río Metauro cuando acudía con refuerzos para mi campaña de Italia. Mi maldición le alcanzó, sin embargo, pues hice pagar su afrenta arrebatándole la vida de su único hijo.
     Tras el término de la II Guerra Romana en aquel, para nosotros, triste otoño que significó el principio de la decadencia de QartHadast, Escipión regresó a Roma para la celebración de su triunfo. Imagino la vieja ciudad desperezándose lentamente, sus ciudadanos exultantes de alegría preparándose para asistir, quizá, al día de mayor felicidad colectiva en los anales de su historia, las legiones formadas en el Campo de Marte con sus estandartes, su botín de guerra y al victorioso general bajo el arco de la puerta triunfal sobre su engalanado carro de guerra, la faz pintada de rojo, en la cabeza una corona de laurel y cubierto su cuerpo con la “toga picta”, la indumentaria reservada sólo a los triunfadores.
     Dejo de pensar. Hace unos meses me llegaron noticias de que también a él, como a mi en el pasado, su ciudad le había traicionado, obligándole a un exilio forzoso aunque dorado en su lujosa villa de la Campania en el sur de Italia. Sé también que tanta ingratitud ha contribuido decididamente al agravamiento de su ya de por si inestable salud. Puede que pronto nuestros dioses respectivos nos hagan coincidir en el Averno.


Hojas de coscoja (Quercus coccifera). En una de ellas se
puede observar una agalla roja producida por la reacción al
ataque del Quermes (Kermococcus vermilio), un hemíptero
del que se extrae un valioso pigmento.
De romanos..., de túnicas, tintes, cochinillas, arbustos y otras hierbas.
Las vidas de Escipión “el Africano” y el cronista de nuestro relato, Aníbal, tuvieron un curioso paralelismo hasta el punto de que ambos fallecieron en sus respectivos exilios de Liternum y Bitinia en el mismo año, 183 a.C. Imaginándose la entrada triunfal de Escipión en Roma, Aníbal nos relataba como iría vestido con la Toga Picta o Toga Triumphalis  que aunque fue usada durante la Monarquía por los reyes de Roma, durante la República sólo podía llevarla el vencedor mientras celebraba su triunfo. Esta toga era toda de púrpura con bordados de oro. Para conseguir este color característico en prendas como la propia Toga Picta o el Paludamentum (capa púrpura de los cónsules, también usada por los comandantes militares), en esa época se utilizaban tintes extraídos de los ejemplares hembras de ciertas cochinillas, tratándolas con vinagre para posteriormente extenderlas al sol para así poder matarlas antes de que sus huevos se desarrollen y obtener su valioso pigmento. Aunque con posterioridad el tinte rojo por excelencia se ha venido extrayendo de la “cochinilla grana” (Dactylopius opuntiae o Dactylopius coccus), que se alimentaba casi en exclusiva de una planta procedente de México, la Chumbera (Opuntia ficus-indica),  no fue hasta 1523 cuando se realizó la primera exportación de esta cochinilla a Europa, respondiendo a una petición expresa que el Rey Carlos V hizo a Hernán Cortés, quién le contó la existencia de un "tinte especial", más oscuro y más duradero. Muchos años antes los romanos para conseguir los tan valorados colores púrpuras de sus vestimentas se tenían que conformar con otros tintes más difíciles de conseguir como “la púrpura de Tiro” que extraían de un pequeño molusco cuya población fue prácticamente exterminada y sobre todo el colorante “carmesí” que extraían de una cochinilla llamada Quermes (Kermococcus vermilio, antiguamente Kermes vermilio, Kermes ilicis o Coccus ilicis) que podía encontrarse en algunas plantas del género Quercus especialmente en un arbusto típicamente mediterráneo, la Coscoja (Quercus coccifera). Llegados a ese punto y ya que nuestro blog está dedicado a las especies vegetales, ¿que os parece si conocemos un poco más a este arbusto? ¡la Coscoja!.


Detalle de las flores masculinas (amentos)
 de la coscoja.

COSCOJA

Quercus coccifera, L

Coscoja, Carrasquilla, Chaparro, Matarrubia.
Familia: Fagaceae.
Etimología: El nombre científico coccifera viene del latín coccum (cochinilla) y fero (verbo latino que significa “llevar”). Así coccifera significaría “que lleva cochinillas”.
Lugar de origen: Región mediterránea, especialmente en su parte occidental.



Descripción:
Arbusto perennifolio de  2-3 m. de altura que se ramifica desde la base y cuya corteza es  lisa y de color grisáceo.  Sus hojas de 2-4 cm de longitud son ovaladas, simples, alternas, de textura coriácea y margen espinoso. Aunque las hojas nuevas son algo pilosas, con el tiempo se vuelven lampiñas por ambas caras adquiriendo un color verde brillante. Las flores masculinas y femeninas se encuentran en la misma planta. Las masculinas se disponen en amentos ramificados, son de tamaño muy pequeño y contienen de 4-10 estambres. Las femeninas están dentro de una cúpula, son solitarias y con el pistilo dividido en 3 estigmas. Suelen florecer de marzo a mayo. El fruto es una bellota de sabor amargo y con una caperuza o cúpula escamosa con aspecto espinoso. Maduran a finales del verano o en el otoño del siguiente año.


Cultivo:
La coscoja es una especie de clima seco o semiárido, capaz de soportar temperaturas altas. Prefiere por tanto exposición soleada. Sin predilección por ningún suelo en concreto, parece tener preferencia por los calizos, aguantando sin embargo también en suelos silíceos. Puede vivir en terrenos secos y pedregosos siendo habitual verlos formar parte de los matorrales que han ido sustituyendo a los encinares. Se reproduce a partir de la bellota.

Bellota de la coscoja.
Utilización:
Como ya hemos hablado anteriormente, una de las más importantes aportaciones de la coscoja es debida a su utilidad para la fabricación del “colorante carmesí” extraído de las agallas provocadas en las hojas por el hemíptero Kermococcus vermilio, sin embargo es menos conocido que de su corteza se saca otro tinte utilizado para teñir de negro la lana. También la corteza era utilizada para el curtido de pieles. Su madera, aunque de buena calidad, debido a sus escasas dimensiones no se utilizado salvo para leña y para fabricar un excelente carbón. Sus bellotas, aunque no tan utilizadas como las de su pariente la encina debido a su sabor amargo, eran destinadas para la alimentación del ganado, especialmente el porcino.

Propiedades medicinales:
La coscoja posee numerosos usos medicinales tanto internos como externos. Se ha empleado principalmente por su poder astringente debido a su alto contenido de taninos. Mediante la decocción de la corteza se obtiene un excelente remedio para la diarrea y para mejorar los síntomas de la incontinencia urinaria. Utilizando esta misma decocción pero de forma externa se pueden aliviar tanto hemorroides como sabañones. Antiguamente se elaboraba un curioso remedio contra la disentería llamado “vino de coscoja” fabricado a base de corteza molida de este arbusto macerado en vino tinto, al que se le añadía unos gramos de ácido clorhídrico puro.
También tiene propiedades anti-inflamatorias, antisépticas, febrífugas y se muestra como un efectivo tónico.



Plagas y enfermedades:
La plaga más característica ya la venimos mencionado a lo largo de todo el escrito, el ataque de la cochinilla Quermes. Si bien los humanos sacamos un beneficio de esta circunstancia por la extracción de su valioso tinte, sin embargo la coscoja obviamente se ve debilitada en su correcto crecimiento cuando los ataques de estos hemípteros son masivos. Además, la coscoja también puede sufrir enfermedades producidas por hongos como el oidio o protistas como la Phytophthora en condiciones  de humedad excesiva.

Quercus coccifera. Aspecto general del arbusto