jueves, 23 de septiembre de 2010

EL FRESNO, ÁRBOL DE LA VIDA.


Hojas de Fraxinus angustifolia

     Puede que mi vida comenzara aquel fatídico día porque no queda un solo resto en mi memoria de los años que le precedieron, de mi niñez, de mi familia o de mi pueblo. Recuerdo, eso sí, los rostros imborrables de los compañeros de aquella aventura frustrada tan dramáticamente. Recuerdo que alcanza apenas un segundo antes de la espesa niebla que nos envolvió como una noche repentina alejándonos de la seguridad de la tierra que costeábamos. De pronto, un ruido sordo y nos hallamos a merced de las olas de un mar tempestuoso. También yo, como todos los infortunados, pude ver el angosto paso hacia la otra vida en aquellos arrecifes, pero burlé en el último instante, sin saber cómo ni por qué, a los gigantes que custodiaban la puerta de Helheim, el reino de los muertos. Así fue como se hizo el silencio en mi cabeza.

     Desperté, arrojado desde el abismo del fin del mundo, en la frontera de una tierra desconocida, nunca antes hollada por los de mi raza. No soy un dios, sino un hijo de Midgard, aunque el olvido de mi estirpe me haya sumido en la oscuridad más absoluta. Pero desde el día de mi “no muerte” he vagado sin descanso, siguiendo el rumbo que marcaba mi destino, a través del vasto universo ocupado por los nueve mundos y ahora sin haberlo pretendido, casi anciano, conozco también el secreto de las runas.

     Durante algún tiempo, habité en el país de los elfos de la luz. Mas de allí también tuve que partir, a pesar de que me trataron siempre como a uno de los suyos y me hicieron sentir como si viviera en mi verdadero hogar, el hogar que nunca he tenido. Una fuerza irresistible me impulsaba a reemprender mi camino.

     La fortuna me llevó a alcanzar el arco iris que comunica con Asgard, la morada de los dioses. Allí, vislumbré como en sueños el rostro de Odín y fui testigo del vuelo majestuoso del águila que corona la inmensa copa de Yggdrasil, el gigantesco fresno inmortal, el árbol de la vida.

     Pasados los años, sólo lamento el día aciago, cercano ya el final de mi viaje, en que el hambre me llevó a disparar aquella sacrílega flecha. Lo comprendí cuando el cortante metal penetró la carne de uno de los ciervos sagrados. Por suerte éstos no podían ser heridos, pero ya el pecado había sido cometido. Rompí mi arco y arrojé mi espada a la profundidad del pozo de Urd. Mi penitencia autoimpuesta me impedirá pisar jamás las salas del Valhalla.

FRESNO
Fraxinus sp.

Familia: Oleaceas
Lugar de origen: El género Fraxinus se encuentra en bosques templados de Norteamérica, Asia y Europa, con unas cuantas especies tropicales.
Etimología: Fraxinus deriva del griego “phraxo” que significa “cercado”, ya que los romanos utilizaban la especie Fraxinus excelsior para la construcción de setos.

El fresno es un árbol que comprende entre 45 y 65 especies de porte mediano a grande, en general son de hoja caduca exceptuando algunas especies subtropicales que mantienen su follaje durante todo el año. En España tenemos tres especies: Fraxinus excelsior (fresno de hoja ancha, fresno de Vizcaya), Fraxinus ornus (orno, fresno de flor) y el más común y abundante Fraxinus angustifolia (fresno de hoja estrecha, fresno de Castilla). En la siguiente ficha vamos a hacer referencia a esta última.

Detalle de las semillas (sámaras) y flores de
Fraxinus angustifolia - Dibujo de M.A. Robles

Fraxinus angustifolia
Fresno, Fresno de hoja estrecha, Fresno de Castilla.

Lugar de origen: Vive en Portugal, en el norte de África y sobre todo en España, donde se encuentra con más frecuencia y abundancia, estando presente en casi todas las provincias principalmente en la mitad meridional.

Descripción:
Conocido como fresno de hoja estrecha, es un árbol caducifolio que alcanza de 10 a 15m. de altura, pudiendo alcanzar a veces hasta 20m. Es de porte erecto y crecimiento muy rápido. La corteza es lisa y verdosa cuando los árboles son jóvenes, pero con los años se vuelve de color pardo-grisáceo con estrías longitudinales. Las hojas son compuestas y están divididas en un número impar de foliolos (imparipimnadas), formadas por 2 a 5 pares de hojuelas con el raquis rematado por un foliolo terminal. Estos foliolos son ovalados o lanceolados, de contorno aserrado y de color verde oscuro reluciente. Las flores pueden ser de un solo sexo o hermafroditas, aparecen en racimitos laterales a final del invierno, cuando las ramas aún están desnudas, situación que provoca su desarrollo a la par que las hojas y los frutos. Estos frutos son sámaras (semillas provistas de un ala membranosa), que favorecen su dispersión a través del viento. Maduran a finales del verano o principios de otoño soltando las semillas seguidamente o a la primavera siguiente.

Cultivo: Se desarrolla bien en suelos profundos, ácidos y ricos en materia orgánica. Necesita riego abundante, soportando bien los encharcamientos. La exposición debe ser soleada. Admite perfectamente las heladas invernales. No conviene abonar excesivamente, aunque si de forma regular durante el período vegetativo, (desde la primavera hasta el otoño). Es aconsejable una poda anual que eventualmente puede ser severa. Se multiplica por semillas, recolectándolas en otoño y estratificándolas durante 2 o 3 meses a temperatura constante alrededor de 4ºC.

Utilización: Como árbol de sombra, en solitario o en hileras para adornar paseos y avenidas.

Enfermedades y Plagas: Presenta pocos problemas. Los ataques más habituales son los provocados por lecaninos (cochinillas, escamas chupadoras de savia) y por el pulgón. De forma ocasional se puede ver invadido por la presencia de orugas comedoras de hojas, cuya voracidad puede acabar con el follaje en cuestión de días. Otros problemas ocasionales pueden ser los provocados por el chancro bacteriano o el ácaro de las agallas.
En los últimos años el fresno europeo ha sido afectado por un hongo (Chalara fraxinea) que produce la “Acronecrosis del fresno”. Esta enfermedad se detectó por primera vez en Lituania en el año 1992 y se ha extendido con mucha rapidez por el centro, norte y este de Europa. Los principales síntomas son el marchitamiento y muerte prematura de las hojas (necrosis) afectando a toda la copa del árbol así como a ramas y corteza. La futura erradicación de esta enfermedad se centra en la creación de clones más fuertes y resistentes a este hongo.

Propiedades medicinales: Las propiedades medicinales del fresno se concentran principalmente en la corteza y en las hojas, ya que poseen un alcaloide llamado fraxina con propiedades antipiréticas (combate la fiebre). Las hojas se utilizan como analgésico, contra los dolores reumáticos y también como fortalecedor de las encías. Hay noticias de que esta especie se ha utilizado para combatir la malaria. Existe la leyenda de que las hojas del fresno son un buen antídoto contra las mordeduras de culebras venenosas.

Fresno centenario situado en el Paraje
de Chilla en Candeleda (Ávila)
(Perímetro del tronco 575 cm.)
Refranes:
-“En enero, suda el fresno”. (Refrán popular que se utiliza como expresión para cuando se acumulan demasiadas tareas en momentos en que no debía haberlas).



Curiosidades:
     Para reforzar nuestro relato y en ayuda para su mejor comprensión vamos a hablar del legendario fresno Yggdrasil y de su importancia en la mitología nórdica: Los antiguos escandinavos tenían una concepción del mundo muy peculiar, donde el espacio no era único ni continuo, sino que el universo estaba constituido por distintos mundos, regidos por distintas leyes, en donde podían destruirse unos mundos y crearse otros nuevos. Entre tanta convulsión, Yggdrasil, siempre permanece inamovible, protegiendo a los que se salvan de los cataclismos, para poblar un nuevo mundo. Es un árbol cósmico que protege la vida, salvándola de la extinción.

     El Yggdrasil es el eje del universo que une los Nueve Mundos del firmamento vikingo. Estos nueve mundos se reparten a su vez en tres diferentes niveles:

-Los mundos que se sitúan en el nivel más alto son Asgard (el equivalente al paraíso para la mitología germánica y escandinava, donde se sitúa el Valhalla y en el que viven los dioses llamados "ases", como Odin y Thor, y aquéllos soldados muertos en la batalla), Vannaheim (morada de los dioses llamados "vanir") y Alfheim (el hogar de los elfos).

-En el segundo nivel están Midgard (este mundo fue creado por los dioses y pronto pensaron que necesitaba nuevos pobladores. Así Odín, mientras contemplaba un fresno (Ask) y un olmo (Embla) que se alzaban juntos, a la orilla del mar, decidió crear de esos árboles al hombre y a la mujer, pasando a ser ocupadas estas tierras por la estirpe humana), Jötunheim (en este mundo vivían los Gigantes de Hielo) y Muspellheim (la tierra de los Gigantes de Fuego).

-En el nivel inferior se sitúan Svartalfheim (hogar de los elfos negros, los enanos), Niflheim, (una zona sombría y neblinosa), y finalmente Helheim, (el inframundo).

     Yggdrasil tiene tres raíces, cada una de las cuales toma agua de un sitio diferente. La primera raíz llega hasta el Niflheim, donde se alimenta del arroyo Hvelgermir, que proporciona el agua de la creación, y es constantemente roída por la serpiente Nidhögg. La segunda raíz toma el agua de la sagrada fuente Urd, situada en el Asgard (el cielo de la mitología nórdica), desde donde tres mujeres denominadas Nornas, tejen los destinos de los hombres, los enanos y los elfos. La tercera raíz da al Jötunheim, donde se situaba el pozo de Mimir, de donde surgen el conocimiento y la sabiduría.

lunes, 13 de septiembre de 2010

LIQUIDÁMBAR, EL ÁRBOL DEL ESTORAQUE

     Le despertó una brisa suave que soplaba por sus cabellos empapados. La sensación de escalofrío al sentir el aire fresco sobre sus mojadas y raídas ropas y el evidente desconcierto por no saber en donde se encontraba en ese momento, contrastaba con el olor a paz que se respiraba en aquella playa de blanquísimas arenas. Nada en esa incondicional calma podía hacer sospechar la situación por la que pasaron él y sus compañeros de viaje tan sólo unas pocas horas antes en medio de aquella terrible tormenta. Como único testimonio de ello los escasos restos del naufragio que se iban acercando hasta la orilla y que por desgracia no venían acompañados por señal alguna de sus compañeros.

     ¡Mal comienzo para una expedición cuya misión residía en el conocimiento del Nuevo Mundo, recién descubierto!.

     Decidió entonces dar un paseo para explorar el resto de la playa en busca de algún superviviente. Se dio cuenta en aquel momento que aquella playa no tenía fin, que el lugar en el que se encontraba no era un pequeño islote en medio del océano sino que más bien se trataba de una inmensa isla o tal vez un continente. Si así era, sólo sería cuestión de tiempo encontrarse con algún habitante de aquellos contornos.

     Tras varias horas de paseo en solitario sin encontrar ninguna criatura que caminase erguida, fue la sed la que le hizo dejar la excursión para pasar a la incursión, en busca de algún arroyo o manantial donde poder refrescarse y beber un trago de agua.

     Al poco de adentrarse por la frondosa selva que monopolizaba aquellos lugares, encontró los primeros vestigios de civilización, llegando por fin a una pequeña aldea que parecía deshabitada.

     Tras varios días de aquí para allá, de una aldea a otra, a cual más abandonada, alimentándose con lo que podía y bebiendo de los abundantes arroyos del lugar, por fin en el enésimo poblado, en una de las chozas, encontró a una familia de nativos con aspecto de estar invadidos por alguna grave enfermedad. Cayó en la cuenta entonces sobre la causa de la desolación de los poblados. Sin duda una devastadora epidemia estaba haciendo mella sobre los habitantes de aquella comarca que probablemente abandonarían sus moradas e incluso dejarían atrás a los miembros de sus tribus afectados por la infección, y aunque abandonar a tus hermanos es sin duda un acto de una infinita crueldad, no se atrevió a reprocharles nada. De hecho, él hizo lo mismo por miedo al contagio y abandonó a su suerte a la infortunada familia.

     Transcurridos dos días de su precipitada espantada empezó a sentirse cansado y sofocado, la garganta le ardía y le costaba respirar. Si hubiera podido ver reflejada su imagen en los remansos de agua cristalina que tanto abundaban, habría pensado que estaba viendo aún en su mente la figura desahuciada de los infortunados enfermos. Pero él ya no gozaba del privilegio de pensar y su intelecto era desbancado por el impulso vital del instinto, que le llevó, con caminar titubeante, hasta la base de un árbol que daba paso al comienzo de un bosque de ensueño, surrealista. Ante el despliegue de color desbordante que se pintaba sobre las hojas de aquella arboleda se doblegaron sus exánimes piernas y cayeron pesados sus párpados, rendidos a su inverosímil exhibición.

     ... Le despertó otra vez la suave brisa, otra vez la calma se impuso a su segunda tempestad de la semana, ¡el temporal ardiente de la fiebre!. Tardó en reaccionar un instante mientras llovían hojas secas de variados colores, encendidos amarillos y púrpuras penetrantes. Se notó la boca húmeda y los labios pringosos. Todo su cuerpo en definitiva cubierto de aquella sustancia pegajosa que goteaba de las ramas de aquellos imponentes árboles.

     Tras unos minutos recordaba, ahora si con claridad, que contrajo aquella enfermedad que tantos estragos había hecho en otros y que sin embargo contra toda lógica no había podido con él. Tal vez tuviera algo que ver ese líquido de color ámbar que recordaba a la miel, exudado por aquellos mágicos árboles y que ahora comprendía que habría ingerido de forma fortuita en su estado de inconsciencia.

     Animado por la fuerza del que cree haber descubierto el bálsamo para todos los males, retornó con urgencia, bajando montañas y cruzando ríos en su viaje de vuelta a la aldea en donde la familia de nativos quedaron abandonados a su suerte. Llevaba consigo el jugo salvador, esperando que no fuera demasiado tarde.

     Nuestro protagonista tenía la firme convicción de que el ámbar líquido que había descubierto acabaría con aquella grave epidemia, pero lo que aún no sabía era que unas semanas antes los miembros de una expedición procedentes de la vieja Europa, quizás sus propios compañeros de naufragio, pasaron por allí dejando a su paso el pequeño virus de la influenza, una simple gripe reparable con unos días de reposo pero que para los habitantes de estos contornos tenía resultados nefastos. En estas tierras, durante cientos de años ajenos a enfermedades y contagios, no desarrollaron defensas para semejantes males, sus cuerpos no estaban preparados.



LIQUIDÁMBAR
Liquidambar styraciflua
Liquidámbar, Árbol del ámbar, Ocozol, Estoraque, Árbol del estoraque, Copalillo.
Familia: Hamamelidaceae.
Lugar de origen: Sur de EE.UU, Méjico y Guatemala.
Etimología: Linneo puso nombre al género Liquidambar con el vocablo latino liquidus, “líquido”, y el árabe ambar, en referencia a la resina aromática que exuda la corteza. La denominación de la especie styraciflua procede de la resina denominada styrax (estoraque) y del verbo latino fluere, que significa “fluir”.

Descripción: El Liquidámbar es un árbol monoico de hoja caduca que en cultivo alcanza 10-15 m de altura, aunque en sus lugares de procedencia puede alcanzar hasta 40 metros. La copa es piramidal y la corteza profundamente hendida. Sus hojas de 10-18 cm. son caedizas, alternas, pecioladas y palmadas, con 5-7 lóbulos, de bordes finamente dentados y base truncada o acorazonada. El haz es brillante y el envés más pálido y pubescente. Su color verde de la época estival da paso a una gama de tonalidades rojas, escarlatas, amarillas o violáceas en el otoño, antes de su caída definitiva. Las flores son unisexuales, sin pétalos y muy pequeñas. Las femeninas se presentan en cabezuelas globosas colgantes, y las masculinas en racimos terminales erectos. Florecen de Marzo a Mayo. El fruto es capsular, de unos 2,5 cm. de diámetro, globoso, con espinas prominentes, dehiscente (los frutos se abren de forma natural para liberar las semillas), formado por numerosas cápsulas con una o dos semillas por cápsula, permaneciendo en el árbol bastante tiempo. La madera y las hojas son aromáticas.



Cultivo: Exposición soleada. Suelos ácidos (en suelos alcalinos suelen presentarse problemas de clorosis férrica). No tolera bien la sequedad del clima y del suelo, así como los suelos poco profundos y espacios pequeños donde los sistemas radiculares no tengan sitio suficiente para desarrollarse. Se multiplica por semillas, las cuáles deben recogerse en cuanto maduran los frutos, ya que son dehiscentes y se abren enseguida. La semilla tiene letargo interno, por lo que es conveniente someterla a algún tratamiento. Se siembran superficialmente, cubriéndolas con 1 cm de tierra tamizada y manteniendo el sustrato húmedo. También es posible la reproducción mediante esquejes. Se puede practicar poda de formación para fortalecer el tronco. Se recomienda no remover las ramas laterales en los 3 ó 4 primeros años.

Utilización: Ornamental, como ejemplar solitario o en hileras para avenidas, parques y jardines amplios. Muy apreciada por la belleza de su follaje que en otoño se torna rojo, amarillento, escarlata o violáceo.

Enfermedades: es una especie con pocos problemas sanitarios, pero entre los parásitos que podemos encontrar están las cochinillas chupadoras de savia, los pulgones, la araña roja u otros ácaros. Puede ser susceptible al ataque de hongos como el oidio. El exceso de cal puede producir clorosis (falta de clorofila que provoca el amarilleo en las hojas). Para su corrección es necesario evitar los suelos alcalinos y aportar quelato de hierro.

Propiedades medicinales: De la resina exudada de su corteza y sus hojas se extrae un bálsamo que se conoce como “estoraque americano” y que se usa contra la caries, para sanar heridas, para tratar la lepra y para proteger la piel contra la picadura de insectos. Con la corteza se prepara un jarabe para tratar la diarrea (astringente) y la disentería en los niños. Se le atribuyen propiedades sudoríficas, estimulantes, diuréticas y antigonorréicas. Antiguamente se administraba en afecciones catarrales crónicas, ya que tiene la capacidad de aliviar los síntomas de algunas enfermedades del aparato respiratorio. Se usa como desinfectante y para elaborar ungüentos o emplastos.

Curiosidades:
     Como de costumbre fue un misionero, en este caso John Banister, quien trajo este árbol por primera vez a Europa y lo plantó en Londres hacia 1681, en los patios de Fulham Palace. Pero la primera noticia sobre esta especie se conoció años antes, en 1571 cuando el naturalista español Francisco Hernández, que fue enviado a las américas por Felipe II en misión exploratoria, se sorprendió al descubrir la resina aromática que exudaba el árbol y escribió que era semejante al ámbar líquido, dando lugar al nombre científico con el que se conoce a este árbol.
     Este ámbar líquido tenía diversas propiedades medicinales, como hemos visto en el anterior apartado, sin embargo su uso más común no es el medicinal, apenas presente en la actualidad, sino que se impone claramente su empleo en cosmética utilizándose en perfumería para aromatizar jabones, esencias, pomadas, cremas, etcétera. Su valor aromatizante hace que se use como incienso en hogares y templos. Los aztecas lo utilizaban como aromatizante del tabaco y como objeto de impuesto y comercio. También se utiliza en fumigadores e incluso como chicle.
     El naturalista Francisco Hernández quizás creyó haber descubierto una sustancia con interminables propiedades. También lo creyó el personaje anónimo de nuestro relato, pero lo cierto es que mucho antes que ellos los antiguos pobladores del Anáhuac en el centro de México, ya conocían de sobra la verdadera naturaleza de esta sustancia, a la que en su lengua llamaban xochiocotzol (que significaba algo así como “trementina aromática”), y por extensión el árbol era conocido con el nombre de Xochicotzoquahuitl (árbol que produce trementina aromática).