viernes, 21 de febrero de 2014

LA CEIBA PENTANDRA

     En Tierra Firme hay tan grandes árboles, que si yo hablase en parte que no hubiese tantos testigos de vista con temor lo osaría decir(...)
     El mayor árbol que yo he visto en aquellas partes ni en otras, fue en la provincia de Guaturo; el cacique de la cual, estando rebelado de la obediencia y servicio de vuestra majestad, yo fui a buscarle y le prendí; y pasando, con la gente que conmigo iba, por una sierra muy alta y  muy llena de árboles, en lo alto de ella topamos un árbol, entre los otros, que tenía tres raíces o partes de él en triángulo, a manera de trébedes, y dejaba entre cada uno de estos tres pies abiertos más espacio de veinte pies, y tan alto, que una muy ancha carreta y envarada, de la manera que en este reino de Toledo las envaran al tiempo que cogen el pan, cupiera muy holgadamente por cualquiera de todas tres lumbres o espacio que quedaba de pie a pie, y en lo alto de tierra, más espacio que la altura de una lanza de armas, se juntaban todos tres palos o pies, y se resolvían en un árbol o tronco, el cual subía muy más alto en una pieza sola, antes que desparciese ramas, que no es la torre de San Román de aquesta ciudad de Toledo; y de aquella altura arriba echaba muchas ramas grandes. Algunos españoles subieron por el dicho árbol, y yo fui uno de ellos, y desde adonde llegué por él, que fue hasta cerca de donde comenzaba a echar brazos o las ramas, era cosa de maravilla ver la mucha tierra que desde allí se parecía hacia la parte de la provincia de Abrayme. Tenía muy buen subidero el dicho árbol, porque estaban muchos bejucos rodeados al dicho árbol, que hacían en él muy seguros escalones. Sería cada pie de estos tres sobre que dije que nacía o estaba fundado este árbol, más gruesos de veinte palmos; y después que todos tres pies en lo alto se juntaban en uno, aquel principal era de más de cuarenta y cinco palmos en redondo. Yo le puse nombre a aquella montaña, la sierra del Árbol de las Trévedes. Esto que he dicho vio toda la gente que conmigo iba cuando, como dicho es, yo prendí al dicho cacique de Guaturo el año de 1522(...)

                                          SUMARIO DE LA NATURAL Y GENERAL HISTORIA DE LAS INDIAS
                                                                                  de Gonzalo Fernández de Oviedo


Ceiba pentandra
CEIBA
Ceiba pentandra (L.) Gaerth.
Ceiba, ceiba bruja, ceiba bomba, árbol del algodón, árbol de la paz, bonga, cataguade, lapuna, pochota, samauma.
Familia: Bombacaceae 
Etimología: La palabra ceiba proviene de su nombre vernáculo en sudamérica. Pentandra proviene del griego "pente" (que significa "cinco") y "andros" (género masculino) en alusión a sus cinco estambres.
Lugar de origen: Aunque se extiende por todo el continente americano se cree que su origen es América Central. Se creía que era nativa del sureste de Asia pero la evidencia genética sugiere que fue introducida.

Detalle de las hojas de la Ceiba pentandra.
Descripción:
El cronista y colonizador español Gonzalo Fernández de Oviedo describió a este árbol de manera ejemplar, como hemos visto en su "Sumario de la Natural y General Historia de las Indias", nosotros intentaremos hacer una descripción que se aproxime a ese nivel:
La ceiba pentandra es un árbol caducifolio de 30-40 metros de altura que puede llegar a alcanzar hasta los 70 metros (..."la torre de San Román de aquesta ciudad de Toledo"). La base del tronco presenta parte de sus raíces tabulares dispuestas a modo de contrafuertes (..."tenía tres raíces o partes de él en triángulo, a manera de trébedes"). El tronco es grueso llegando a alcanzar un diámetro de entre 1 y 3 metros y un perímetro de hasta 9 metros (..."todos tres pies en lo alto se juntaban en uno, aquel principal era de más de cuarenta y cinco palmos en redondo"). La corteza es lisa o ligeramente fisurada, de color verde de joven, cubierto con aguijones cónicos muy espinosos que irá perdiendo con el tiempo y tornándose a tonos grisáceos con la edad. Las hojas son compuestas y están formadas por 5 a 9 foliolos dispuestos a manera de abanico. Dichos foliolos son de forma lanceolada, con el margen entero, glabras y de color verde oscuro en el haz y más pálido en el envés. Las flores se presentan en racimos laterales al final de las ramas apareciendo antes que los brotes de las hojas. Están compuestas por un cáliz acampanado, una corola compuesta por 5 pétalos blancos o rosados y 5 estambres unidos en su base. Los frutos son cápsulas coriáceas de unos 15 cm con apariencia variable (en forma de pera o de limón) divididas en 5 celdas que contienen numerosas semillas lenticulares casi negras que están envueltas en una especie de lana blanquecina.

Distintas fases de la floración de la Ceiba. A la derecha, detalle de la flor en la que se pueden distinguir
 los cinco estambres característicos que dan nombre a esta planta (pentandra).
Cultivo:
Este árbol requiere, para su correcto crecimiento, de suelos ricos en materia orgánica, profundos o someros, ligeramente ácidos o neutros. Se le suele encontrar frecuentemente sobre suelos arcillosos. Necesita una exposición luminosa, un nivel alto de humedad y temperaturas suaves: la temperatura óptima de desarrollo debe situarse entre los 20º C - 28º C, pues no acepta bien ni el frío ni el calor excesivo. Se reproduce bien mediante semillas que se sembrarán en primavera y a las que se les puede ayudar previamente mediante tratamientos que aceleren su poder germinativo (las semillas se pueden hervir en agua durante un minuto para inmediatamente dejar enfriar y dejándolas en remojo durante 24 horas). También acepta el uso de esquejes o acodos para multiplicarse. 

Fases diferentes de la evolución de los frutos. Se puede observar la lana blanquecina de donde se
obtiene el "kapok". En su interior se pueden apreciar las semillas (foto de la derecha).
Utilización:
Uno de los usos más tradicionales de la ceiba pentandra ha sido para la extracción de la lana que hay en el interior de los frutos de donde se obtiene el denominado "kapok" usado para rellenar cojines, almohadas y colchones u  otros artículos más modernos como sacos de dormir, etc. De la corteza se extrae una fibra de color rojo utilizada en la India para la fabricación de cuerdas y papel. La madera es bastante liviana por lo que se utiliza para fabricar balsas, flotadores o en aeromodelismo. El aceite que contienen las semillas se utiliza para hacer jabones. No debemos olvidarnos de su uso como árbol de gran valor ornamental utilizado como centro de parques y jardines.

Rasgos distintivos de la Ceiba pentandra. A la izquierda vemos los aguijones cónicos que recubren
 tanto el tronco como las ramas de los ejemplares jóvenes. A la derecha se pueden apreciar las grandes
raíces tabulares de su base.
Propiedades medicinales:
Si hacemos una infusión con el cocimiento de su corteza obtendremos un remedio casero con propiedades diuréticas y antiespasmódicas. También la resina que se extrae del tronco se utiliza en el tratamiento de algunas enfermedades intestinales. 

Como vemos las raíces de la base pueden ser tan grandes que pueden albergar a más de una veintena de
 personas o, como contaba Gonzalo Fdez. de Oviedo, "...tan alto, que una muy ancha carreta y envarada (...) cupiera muy holgadamente por cualquiera de todas tres lumbres".
Plagas y enfermedades:
Existen una gran variedad de agentes dañinos que pueden atacar a este árbol. Por ejemplo, insectos como Pericallia ricini Fabr. o Eulepidotis modestula atacan a las hojas, mientras que otros como Analeptes trifasciata se alimentan de sus semillas. El llamado "síndrome de troncos huecos" está producida por una termita (Coptotermes crassus Snayder), aunque no es el único agente que ataca a la madera puesto que ésta se puede ver afectada por hongos como Ramularia sp., Corticium sp. o el "hongo de la mancha". La ceiba también se puede ver afectada por algunos virus como el que produce la inflamación de los vástagos.

Magnifico ejemplar de Ceiba pentandra. Viéndolo
 bien podríamos pensar que fuera capaz de
sostener los cielos, como nos cuenta la leyenda Maya.
EL POPOL VUH Y LA CEIBA
     La ceiba era un árbol sagrado para los antiguos mayas. Probablemente al ver un ejemplar tan extraordinariamente alto les hizo creer que sus ramas sostenían los cielos, mientras que al observar sus enormes raíces superficiales era fácil que pensaran que éstas podían ser el vínculo de unión entre el mundo de los vivos y el Inframundo.
     Durante siglos el pueblo Maya iba transmitiendo entre generaciones sus numerosas tradiciones y leyendas que finalmente fueron recogidas entre los años 1554-1555 en lo que podríamos llamar la Biblia Maya en lengua quiché y que ellos llamaron "Popol Vuh". Este libro sagrado comienza con la mítica creación del mundo y de la humanidad y recoge entre sus leyendas que los dioses creadores sembraron en los cuatro rumbos del cosmos distintas ceibas sagradas, las llamadas ceibas direccionales que serían los sostenedores del universo. Asi, en el rumbo del oriente colocaron el "Árbol rojo del alimento" (Chac Imix Che), en el rumbo del poniente ubicaron el "Árbol negro del alimento" (Ek Imix Che), en el rumbo superior el "Árbol blanco del alimento" (Zac Imix Che) y en el rumbo inferior sembraron el "Árbol amarillo del alimento" (Kan Imix Che). En el centro, rodeada por estos cuatro grandes árboles situaron a la Gran Madre Ceiba, el "Primer Árbol del alimento" (Yax Imix Che). Esta ceiba era la encargada de comunicar los diferentes mundos, ya que entre sus raíces los dioses creadores situaron el Xibalbá o Mitnal que era la morada de los muertos, el "Inframundo". En la base del árbol estaría la tierra que habitamos los seres vivos, el Kab, mientras que en lo alto, entre sus ramas los dioses establecieron su morada y en la cima de su copa habitaba una preciosa ave de plumas verdes y azules, el Quetzal que representaba el origen de todos los dioses. 
     Para los antiguos mayas, como hemos visto, estos árboles que consideraban como indestructibles representaban la comunicación entre el cielo y el mundo inferior. Sus descendientes en la actualidad siguen respetando a la ceiba, a la que identifican con conceptos tan elevados como resistencia y sabiduría.