domingo, 27 de noviembre de 2011

LOS OTROS MADROÑOS

    Estoy acostumbrado a una vida esforzada, llena de aventuras y no exenta de peligros. Precisamente vengo de robar las manzanas de oro –empiezo a estar harto ya de los trabajos que me encomienda Euristeo- del árbol que Gaya, la Tierra, regaló a Hera el día de su boda. Para ello he tenido que engañar al titán Atlas, padre de las Hespérides, para que sustrajera para mí las dichosas manzanas. Aunque debo precisar que el engañado a punto estuve de ser yo, allí dejé, sin embargo, al forzudo atlante soportando sobre sus hombros la abrumadora carga de su destino.
     Tengo que reconocer lo mucho que se parecen estos árboles de frutos dulces pero embriagadores que crecen  en el bien cuidado jardín que las “Hijas del Atarceder” tienen en los confines del mundo a aquellos otros árboles que en el oriente formaban el pequeño bosquecillo donde colgada de una rama nuestro líder, Jasón, encontró la piel del célebre carnero alado Crisomalo, el famoso “Vellocino de Oro”. Sí, porque apenas un desconocido en el olimpo de los dioses, yo, hijo de Zeus, estuve entre los héroes escogidos que viajaron con Jasón en la mítica epopeya a bordo de la nave Argo rumbo a la Cólquida, el país del rey Eetes y de su bella hija, la hechicera Medea. Aquella odisea inolvidable, que nada tiene que envidiar a otras con mayor e injusto renombre, me sirvió para curtirme como héroe legendario mientras me preparaba física y mentalmente para mis futuras hazañas. Sí, ya se que dicen las malas lenguas que yo sólo formé parte de la expedición de los Argonautas únicamente en sus comienzos pero no es más que un rumor injurioso lanzado por mis enemigos para desacreditarme.
     Pero no divaguemos. Volviendo al asunto de estas manzanas, nada se ha dicho acerca de cuantas de ellas debo entregar a mi primo Euristeo, digo yo que por comerme una o dos tampoco se va a acabar el mundo; es que son un poco espiritosas, ¿saben?.
     Ahora debo emprender sin más demora el último y más difícil de mis trabajos: capturar con mis propias manos a Cerbero, el perro de tres cabezas que custodia la entrada al Hades, lo que me recuerda que tengo que buscar a mi viejo amigo Orfeo, el único hasta el momento que ha conseguido salir con vida del subterráneo mundo de los muertos.

¿Manzano o madroño?
     El héroe griego Heracles, al que posteriormente los romanos llamaron Hércules, con cuyo nombre se extendió su fama por todo el mundo, nos contaba en este relato su incidente con unas manzanas, frutos robados del célebre “árbol de las manzanas de oro” en el jardín de las Hespérides. Como la mitología griega no deja claro que este árbol fuera un manzano, algunos consideran que en realidad podía tratarse de una especie de madroño, concretamente del Madroño canario (Arbutus canariensis), y sus frutos dorados los de este singular árbol endémico de las islas canarias.
     Más tarde, en nuestra sección de curiosidades, hablaremos de las andanzas de Hércules y su aventura con las manzanas doradas, pero a continuación vamos a conocer un poco más a este peculiar madroño y de paso también a otras especies del mismo género.
     Ya hablamos del madroño común (Arbutus unedo) en una entrada anterior (en el continente americano lo conoceréis con nombres como camarón, sálamo, alazano, harino o urraca), así que en esta ocasión nos centraremos en “los otros madroños”:



Frutos de Madroño Canario (Arbutus canariensis)
MADROÑO CANARIO
Arbutus canariensis Veill.
Madroño canario.
Familia: Ericaceae.
Etimología: Arbutus es el nombre latino del madroño, palabra que quizás fuera tomada del celta Arbois (áspero, rudo). Canariensis viene del latín canarinesis-e que significa “procedente de las Islas Canarias”.
Lugar de origen: Es endémico del archipiélago canario.


Descripción:
Árbol perennifolio, en ocasiones de porte arbustivo, que puede alcanzar una altura de hasta 10 metros. Tiene la corteza de color pardo-rojiza, es muy lisa y tiende a desprenderse en escamas. Sus hojas son subcoriáceas de forma oblongo-lanceoladas, aserradas y de 8 a 15 cm de longitud. Son de color verde oscuro por el haz y más claras por el envés. Tienen ligera pilosidad en el pecíolo. Las flores son hermafroditas y tienen aspecto de pequeñas campanitas pendulares de un color blanco-verdoso muy pálido con tonos rosáceos y se presentan en panículas terminales. Los frutos son bayas de forma más o menos esférica con la superficie granulosa, de 2 a 4 cm. de diámetro y de color anaranjado. Son comestibles aunque espiritosos cuando están muy maduros, por lo que si se comen demasiados pueden llegar a embriagar. Dentro de su pulpa están contenidas las diminutas semillas.

Arbutus canariensis
Cultivo:
En su hábitat natural se le suele encontrar en las comunidades de laurisilva y por tanto comparte las condiciones especiales de cultivo que ello requiere: suelos fértiles y húmedos y exposición semisombreada. Se puede reproducir por esquejes además de por semillas que se pueden recoger en octubre o noviembre cuando los frutos caen al suelo. La época de siembra puede ser en primavera o en otoño.

Utilización:
Los guanches lo utilizaban para el consumo de sus frutos. En jardinería no está muy representada, pudiéndose utilizar tanto de ejemplar aislado como en formación de setos.

Propiedades medicinales:
Tiene propiedades astringentes y se usa como antiséptico y antiinflamatorio. Las hojas y la corteza se usan para combatir las infecciones urinarias, cistitis, cálculos y cólicos renales. La corteza es rica en taninos por lo que se ha usado como curtiente.
A la izquierda, flores de Madroño Canario. A la derecha, detalle de las hojas.



Frutos de Madroño Oriental (Arbutus andrachne)
MADROÑO ORIENTAL
Arbutus andrachne,  L.
Madroño oriental, Madroño de Grecia, Madroño de Chipre.
Familia: Ericaceae.
Etimología: Arbutus es el nombre latino del madroño, palabra que quizás fuera tomada del celta Arbois (áspero, rudo). Andrachne es el nombre antiguo con el que se conocía esta especie.
Lugar de origen: Nativo de Grecia, Mediterráneo oriental y Asia menor.

Descripción:
Este madroño es un arbusto de madera dura y granulosa que en ocasiones se presenta con el porte de un pequeño árbol que puede alcanzar los 8 metros de altura. Posee un corteza rojiza que se divide en láminas o escamas. Sus hojas, de entre 5 y 10 cm. de longitud, son oblongas, de textura coriácea o subcoriácea con los márgenes aserrados o enteros. Son de color verde oscuro por el haz y algo más claro por el envés. Las flores son hermafroditas, florecen en otoño, son de color blanco y están distribuidas en panículas erectas. Los frutos son globosos, de 1 a 1,5 cm de diámetro con la superficie granulada y de color rojizo-anaranjado, conteniendo en su interior un número indeterminado de semillas de pequeño tamaño. Estos frutos son comestibles, de sabor dulce y con un pequeño contenido etílico.

Cultivo:
Necesita una exposición soleada o media sombra. Prefiere el clima mediterráneo y es tolerante al frío. Se adapta bien a cualquier tipo de suelo excepto los calcáreos. Prefiere, sin embargo suelos profundos, fértiles y bien drenados. Tolera bastante bien la sequía, no así los transplantes. No es habitual la reproducción por esquejes debido a su dificultad, por ello se suele reproducir generalmente mediante semillas.

Utilización:
Tradicionalmente se ha cultivado en sus lugares de origen por sus frutos, utilizándose también para la elaboración de mermeladas y bebidas alcohólicas obtenidas por la fermentación de estos frutos. Asimismo es valorado por la calidad y dureza de su madera. En el plano ornamental se utiliza para la formación de setos y cercas.

Propiedades medicinales:
Se utiliza en homeopatía para tratar los eczemas, el lumbago o los transtornos vesicales. Tiene propiedades astringentes.
A la izquierda, flores de Arbutus andrachne. A la derecha, detalle de sus hojas.



Frutos de Madroño Americano (Arbutus menziesii)
MADROÑO AMERICANO
Arbutus menziesii, Pursh.
Madroño americano, Madroño del Pacífico, Madroña, Madroño de las Montañas Rocosas.
Familia: Ericaceae.
Etimología: Arbutus es el nombre latino del madroño, palabra que quizás fuera tomada del celta Arbois (áspero, rudo). Menziesii en honor del botánico británico Archibald Menzies.
Lugar de origen: Costa occidental de norteamérica.

Descripción:
Árbol perennifolio o arbusto de gran tamaño que llega a alcanzar los 15 metros de altura. De corteza lisa de la que se desprenden láminas, de color pardo-rojiza, más oscura y fisurada con la edad. Las hojas son persistentes, alternas, simples y de forma elíptica, generalmente enteras aunque en ocasiones presentan los bordes aserrados. Tienen el haz de color verde oscuro brillante y el envés más claro y azulado. Las flores son pequeñas y blancas o a veces teñidas de rosa, tienen forma acampanada y se presentan erguidas en grandes inflorescencias erectas en el extremo de los brotes, a finales de la primavera. El fruto es una baya más o menos esférica de color anaranjado a rojo bastante áspera y verrugosa de 1 o 2 cm. de diámetro. Al igual que en otros madroños los frutos son comestibles en pequeñas cantidades por su contenido de alcohol.

Cultivo:
Crece bien a pleno sol o semisombra, aceptando cualquier tipo de suelo ya sean arcillosos, ácidos, bien drenados o secos. En su hábitat natural crece en laderas húmedas y arboladas, acantilados y rocas costeras. Se reproducen generalmente mediante semillas que llevarán un previo proceso de estratificación. También se pueden propagar, aunque con mayor dificultad, mediante esquejes o acodado. Es muy delicado para los transplantes, no así para las podas.

Utilización:
Su madera es utilizada en revestimientos y molduras para interiores. También para la fabricación de carbón vegetal. En el plano ornamental, se puede utilizar como ejemplar aislado en la creación de jardines o en la formación de setos.

Propiedades medicinales:
La decocción de las hojas y la corteza secas se utiliza en caso de afecciones urinarias o diarreas. También se usa como antiséptico y antiinflamatorio, baja el colesterol, regula los niveles de azúcar y se usa como depurativo de la sangre.
A la izquierda, flores de Arbutus menziesii. A la derecha, detalle de sus hojas.


Refranero:
-Cuando el erizo se carga de madroños, entrado está el otoño.
-No aliño como el ajo, ni palo como el madroño.


CURIOSIDADES:

Oruga de la Mariposa del Madroño (Charaxes jasius).
1.-La mariposa del madroño
Existe una mariposa de la familia Nymphalidae cuya existencia está profundamente ligada al madroño, ya que en su estado larvario se alimentan en exclusiva de las hojas de este árbol. Por ello se la conoce con el nombre de “mariposa del madroño” (Charaxes jasius). Es la mariposa diurna de mayor tamaño que se encuentra en Europa y sin duda una de las más hermosas. La puesta de los huevos se realiza igualmente sobre las hojas del madroño, dispersas sobre la planta. Al salir del huevo, la pequeña oruguita empieza a engullir con sus potentes mandíbulas el borde de las hojas para después de varias mudas y una vez superado miles de veces su peso inicial convertirse en una oruga gigante de color verde fluorescente con una línea amarilla en ambos costados a lo largo de todo su cuerpo y con una gran cabeza coronada con cuatro cuernos dirigidos hacia atrás. Tras su transformación en crisálida pegada a una de las ramas del madroño, terminará su metamorfosis convirtiéndose en una espectacular mariposa diseñada con figuras geométricas a modo de damero a base de naranjas, marrones, negros y blancos. Abandonará por fin el árbol que la vio nacer, al que sólo volverá para  cerrar el ciclo de la vida con una nueva puesta de huevos.
Vistas del reverso y el anverso de la Mariposa del Madroño (Charaxes jasius).

"Hércules y la hydra", cuadro de Antonio Pollaiuolo
2.-Los 12 trabajos de Hércules.
     Para una mejor interpretación de nuestro relato inicial, vamos a intentar situarnos en escena conociendo antes un poco la leyenda de Heracles (Hércules) según nos la cuenta  la mitología griega:
     Hércules era hijo del dios Zeus y la humana Alcmena, heredando de su padre su fuerza prodigiosa. Hera, la celosa esposa de Zeus, mostró siempre su animadversión hacia el pequeño Hércules, poniéndole a prueba en numerosas ocasiones, hasta que en una de ellas vertió un veneno en la copa del joven Hércules que le hizo entrar en un estado de locura bajo el cual mató a su mujer y a sus propios hijos confundiéndolos con enemigos. Zeus, al enterarse de lo ocurrido obligó a Hera que le devolviera la razón, pero Hércules sin embargo no se libró del castigo por matar a su familia y fue obligado a servir de esclavo durante doce años para su primo Euristeo, rey de Micenas. Éste quería quitárselo de encima, y para ello se le ocurrió mandarle una serie de misiones. Misiones que la mitología recoge con el nombre de los 12 trabajos de Hércules.
     En el primer trabajo Euristeo le ordenó que diera muerte al león de Nemea, una fiera que de día se escondía y por la noche mataba a quién se cruzara en su camino. Como las armas que llevaba no eran efectivas por la dureza de la piel de la bestia, Hércules cogió al león por las patas dándole porrazos contra la pared para terminar estrangulándole, sacándole finalmente la piel para usarla como coraza.
     En el segundo trabajo debía matar a la hidra de Lerna, un monstruo de siete cabezas (una de ellas de oro), cuerpo de serpiente y garras de león. Durante la lucha Hércules iba cortando una a una las cabezas que a su vez se iban regenerando y cuya sangre al contacto con el suelo se convertía en escorpiones y serpientes. Entonces Hércules ideó una estrategia: con los tizones llameantes del incendio de un bosque cercano iba sellando las heridas abiertas en el cuello de la bestia para que no volvieran a regenerarse, hasta que quedó sólo la cabeza de oro la cual cortó y enterró bajo una gran piedra para que no volviera a retoñar.
"El jardín de las Hespérides" de Sir Frederick Leighton, 1892.
En la ilustración se representan las Hespérides bajo
el "Árbol de las manzanas de oro".
     Sucesivamente cada trabajo que le encomendaba Euristeo, Hércules los iba solventando  con ingenio y destreza. Así en el tercer trabajo debía apresar pero sin matar al jabalí de Erimanto, en el cuarto trabajo debía apresar a la cierva de Cerina, extraño animal con los cuernos de oro y pezuñas de bronce que nadie podía matarla, ni siquiera tocarla, en el quinto trabajo debía limpiar los establos de Augías, rey de la Élide, que por cierto estaba loco, en el sexto trabajo tenía que capturar al toro de Creta, en el séptimo debía ahuyentar a unas aves devoradoras de cosechas del lago de Estínfalo, en el octavo debía llevarle a Euristeo las cuatro yeguas de Diomedes que comían carne, en el noveno trabajo debía conseguir el cinturón de Hipólita, en el país de las Amazonas, en el décimo debía buscar a Gerión, un gigante de tres cuerpos, darle muerte y robarle sus bueyes que estaban guardados por un perro de dos cabezas, hermano de Cerbero.
     Así llegamos al undécimo y penúltimo trabajo, en el que tenía encomendado robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Estas manzanas pertenecían a Hera y tenían la propiedad de otorgar la inmortalidad. La diosa había plantado el árbol en un jardín divino en la ladera del monte Atlas, donde las Hespérides se encargaban de su cuidado y donde Ladón, un dragón de tres cabezas se encargaba de custodiarlo. Hércules tuvo que superar numerosos peligros antes de conseguir encontrar el jardín. Una vez allí y siguiendo el consejo de Prometeo, le pidió al titán Atlas que cogiese las manzanas mientras él sujetaba la bóveda terrestre en su lugar. El gigante, cansado de sostener el peso del mundo durante tanto tiempo aceptó el acuerdo. Cuando tuvo las manzanas, le dijo a Hércules que el mismo las llevaría a Micenas. Hércules se mostró de acuerdo pero le pidió al titán que sujetase durante un momento la bóveda mientras el se colocaba una almohada para estar más cómodo. Cuando el cándido Atlas tomó de nuevo el peso sobre sus hombros, Hércules cogió las manzanas y echó a correr. Al entregar las manzanas a Euristeo, éste le dijo que provocaría la cólera de los dioses y las rechazó. Entonces Hércules se las entregó a Atenea, que las volvió a poner donde estaban.
Hércules controlando al can Cerbero.
     Después de esta aventura a Hércules aún le quedaría un trabajo por terminar. En el duodécimo y último trabajo Euristeo le encomendó que le trajera al can Cerbero, convencido de que esta vez se lo quitaría de encima definitivamente. Cerbero era un perro monstruoso de tres cabezas y cola de serpiente que se encargaba de custodiar las puertas del infierno. Hércules lo venció con sus propias manos y se lo llevó vivo a Euristeo. Éste, cuando le vió llegar con el can se metió corriendo en una tinaja y le concedió la libertad a Hércules, el cual volvió a poner a Cerbero en la puerta del infierno, el lugar que le correspondía.

4 comentarios:

  1. ¡Que bonita! es esta parte de la mitología, hasta me hizo reír. Al igual es interesante conocer acerca de los mardroños, esa mariposa tan espectacular y preciosa, gracias amigo por deleitarnos e involucrarnos.

    Hasta pronto.

    ResponderEliminar
  2. Deliciosas explicaciones tanto como los frutos de los que nos hablas. Me encanta ese tono mitologico con el que lo vas envolviendo todo.

    Magnifico trabajo. Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Estas palabras mensajeras a traves de las distancias, deseo lleguen a ti y seres queridos , portadoras de cariño y energias de BienEstar:
    Que tú corazón esté ligero y tus bolsillos pesados.
    Que la Buena suerte te persiga.
    Que cada día y cada noche tengas muros contra el viento, y un techo para la lluvia.
    Que tengas alimento junto a la fogata y, risas para consolarte.
    Que aquellos a quienes amas estén cerca de ti,

    Y........todo lo que tú corazón desee!
    .
    FELIZ NOCHEBUENA...FELIZ NAVIDAD!!!
    .
    Abuela Cyber

    ResponderEliminar