miércoles, 23 de junio de 2010

CAMELIAS, LA JAPÓNICA.

     Ante todo, no se confundan, no les voy a contar una historia de amor, soy conocido por mi desprecio por la novela rosa, pero lo cierto es que no puedo dejar de pensar en ella y sigo evocando el momento en que llegó a mi, desde el lejano Japón, ¡mi dulce japonesita!, con su hermoso vestido de flores.
     Entre tanto, estoy aquí, sentado, en un banco del jardín, su jardín, en donde tantas veces antes me atreví a colarme, mientras mis ojos disfrutan contemplado el sinfín de artilugios repartidos por su hermoso vergel y me doy cuenta que he formado parte de la historia de cada uno de ellos. Por ejemplo, esa fuente de porcelana culminada por una especie de raro pajarillo, recuerdo de las vacaciones en Lisboa, (al pobre pájaro le rompimos parte del pico por andar jugando dentro de la tienda de antigüedades de aquella amable señora, ¡y claro, tuvimos que pagarla!), o aquel viejo reloj de sol, hecho de hierro forjado y que le regalé por su aniversario, (la gitana a la que se lo compré me juró que poseía propiedades mágicas que nos permitirían tener control sobre el tiempo..., yo no creo en esas cosas, pero, ¡por si acaso!).
     Este mismo banco donde estoy sentado nos ha visto pasar momentos importantes en nuestras vidas, la mayoría instantes de felicidad compartida que no han podido ser eclipsados por el dolor de verla marchitarse tan deprisa,... tan rápidamente,... como un soplo, a pesar de mis cuidados, mis mimos y mis desvelos. ¡Oh, fatídica y cruel enfermedad!. Pero ahora ella no está, el jardín parece vacío y el hueco que ha dejado tardará algún tiempo en ser ocupado.
  Ya me voy, pero te dejo esta nota:

 “Después de años cuidando de ti y de tu vestido de flores, me despido y me alejo con pesar del lugar donde un día estuviste plantada, pero ten la seguridad de que yo, tu cuidador, tu jardinero, mi querida Camelia, ¡mi dulce japonesita!, te llevaré siempre en mi corazón y en mi recuerdo”.

Ya les dije que lo nuestro no era una historia de amor, pero...¡la voy a echar tanto de menos...!.

CAMELIA
Camellia sp.
Familia: Theaceae.
Lugar de origen: Asia sudoriental, Japón, China, Indochina, Filipinas y otras islas de la zona.

La familia Theaceae (Teáceas) se divide en dos géneros Thea y Camellia. El género Camellia agrupa a un gran número de especies, entre 100 y 250, según autores. Entre ellas destacan la Camellia sinensis antiguamente conocida como Thea sinensis, y la Camellia japonica que es la que mayor número de variedades aporta a nuestros jardines (en la actualidad existen más de diez mil variedades de flores de Camellia japónica, y sigue subiendo). Otras especies destacadas son: Camellia granthamiana, Camellia crapnelliana, Camellia oleifera, Camellia reticulata, Camellia sasanqua, Camellia taliensis, etc.
Hoy hablaremos de la Camellia japonica.

Camellia japonica.
Camelia, Camelio común

Descripción:
Árbol pequeño o arbusto de hoja perenne de hasta 15 metros de altura con hojas persistentes, coriáceas, con bordes dentados, terminando en punta, se distribuyen de forma alterna, poseen un pecíolo corto y son de color verde oscuro lustroso en el haz y algo más claro en el envés. Las flores son solitarias o en parejas, terminales (aparecen en el ápice de cada rama), y pueden tener una corola simple, doble e incluso múltiple. Florecen a finales de invierno y principio de primavera. En general no poseen fragancia, aunque algunas variedades cuentan con algo de aroma. La gama de colores es amplia: blanco, rojo, rosa, salmón, púrpura o jaspeado. Suelen medir unos 7-12 cm de diámetro y son pentámeras (tienen 5 sépalos y 5 pétalos). Tienen numerosos estambres unidos en la mitad o en dos tercios de su longitud, que pueden ser visibles u ocultarse tras la corola. Cápsula globosa de 4-5 cm. de diámetro.

Cultivo: Requiere temperaturas frescas y exposición sombreada, la tierra deberá ser ácida, y es conveniente que esté mezclada con un poco de estiércol y turba. Necesita una humedad que se mantenga en forma constante, aunque durante el invierno los riegos no deben ser frecuentes. Abonar durante los primeros días de diciembre y a finales del mes de junio. No necesita poda, pero si eliminaremos sus flores marchitas. Reproducción por esquejes en el mes de enero y febrero. La camelia se da bien también en interior pero hay que huir de las habitaciones cerradas con calefacción.

Plagas y enfermedades:
La camelia es una planta propensa al ataque de distintas plagas como cochinillas, pulgones, gusanos de las raíces, larvas de escarabajos, arañuelas, o ácaros de las hojas, entre otros.
También suele verse afectada por diversos tipos de hongos como la Phyllosticta camelliae que produce el moteado de las hojas, la Pestalozzia guepini, causante de la aparición de manchas plateadas o el Exobasidium camelliae que produce agallas foliares.
Otras alteraciones de la planta como la caída  prematura de los capullos puede ser producido por defectos en el abonado o una exposición demasiado soleada. Y por fin, un síntoma muy característico de las camelias es la clorosis o amarilleo de las hojas producto de la falta generalmente de hierro o algún otro elemento nutritivo del suelo.

Utilización: Como arbusto ornamental en jardines meridionales. También como árbol de alineación en calles o en jardines.

Refranes y citas: Un cuento del siglo XIX comparaba la camelia con una joven de gran belleza llamada Imperia. Aquella joven se casó con un conde de temperamento delicado y sensible. Pero el matrimonio no fue feliz; Imperia se mostraba fría y distante y se aburría con el amor, por lo que un día, el conde ya no pudo más y le dijo “Sois como la camelia que un sabio trajo de las lejanas tierras de China. Sois muy bella pero sin fragancia. Os falta el verdadero perfume que es el amor”. La joven indiferente, contesto “Tenéis razón, soy la camelia”.

Propiedades:
El aceite proveniente de sus semillas se deshidrata muy poco y retiene la humedad; por esta razón, se utilizó como acondicionador del cabello y en los tratamientos de la piel, para prevenir las asperezas. Sus excelentes propiedades antioxidantes lo hacen ideal para cocinar. De sus semillas se extrae un aceite que utilizan las japonesas para teñir sus cabellos.

Curiosidades:
     Vamos a indagar un poco en la historia de la camelia. La camelia es una de las flores más antiguas de las que se tiene noticia, pues hay fósiles de este árbol de la época cretácica. Mil años antes de Cristo la camelia era ya venerada en su lugar de origen, el sudeste asiático, ya que con sus hojas (en concreto con las de Camellia sinensis) se elaboraba el té. Como ocurrió con otras plantas, su expansión se produjo gracias a los monjes budistas que la llevaron consigo en sus viajes. En Occidente no se la conoció sin embargo hasta finales del siglo XVII cuando el botánico y misionero jesuita Georg Josephus Kamel al que se le conocía por el pseudónimo de Camellus decidió cargar en las bodegas de los barcos de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales algunos ejemplares. También, hacia esta misma época, los portugueses la introdujeron en Galicia donde en algunos pazos se conservan todavía esas viejas camelias convertidas hoy en impresionantes árboles centenarios. Sin embargo algunos opinan que la más antigua de las camelias vivas en Europa está en Dresde, en Alemania, único ejemplar que sobrevive de cuatro camelias traídas de Japón.
En 1735 Linneo empezó a denominarla Camellia como homenaje póstumo al jesuita Georg Josephus Kamel, muerto en Filipinas, nombre con el que se la conoce hasta nuestros días. Sin embargo mucho antes, en sus lugares de origen, se las conocía con otros nombres; así en Japón la conocían como “Tsubaki” que viene a significar algo así como “árbol de hojas gruesas”, en China se la conocía como “Kanji”, palabra que es una combinación de los símbolos usados para “árbol” y “primavera”, o en Corea que utilizan la palabra “Ton-baik” para identificar a la camelia.
     Quizás se han despreciado desde siempre los valores aromáticos de estas flores. Así, en la novela “La Dama de las Camelias” de Alejandro Dumas (hijo), la heroína Margarita Gautier conocida como “La Dama de las Camelias”, reprocha a un pretendiente desconocido el haberla perturbado al obsequiarle un ramo de flores con una intensa fragancia. Alérgica a las fuertes esencias de las flores, Margarita siempre llevaba un ramo de camelias de mínima esencia, para evitar la tos. Esta y otras obras literarias han sido escritas bajo la premisa de que las camelias no poseen un aroma definido. La flor es muy famosa, pero su esencia pura y limpia es poco conocida. No obstante, dentro de las diferentes variedades de camelias salvajes descubiertas hasta la fecha, siete son conocidas por tener una esencia de aroma dulce, similar a las ciruelas.

miércoles, 16 de junio de 2010

BAOBAB

     Madagascar, la isla continente, o mejor, la isla mundo, al menos para sus primitivos pobladores. Madagascar, apenas ayer, cuando el tiempo no se contaba y las palabras no existían. Isla, continente o mundo en una no tan remota época sin nombres y sin hombres.
     Durante eones nada perturbó la paz y la vida de este gigantesco trozo de tierra firme desgajado de África y a la deriva por el océano Índico. Pero hoy una pequeña conmoción se ha producido, la inquietud atraviesa el corazón de sus moradores ancestrales llenándoles de incertidumbre y angustia.
     -“ Los he visto llegando por el mar a las costas del Naciente sobre troncos flotantes. No parecen ser, sin embargo, hijos del mar y presiento que tienen intención de establecerse. Caminan siempre erguidos, como nosotros mismos caminamos en tantas ocasiones y son altos, Indri, el doble de altos que tú, aunque no tan altos, ni aparentemente tan fuertes, como nuestros parientes de las montañas del interior. Además son capaces de producir y dominar el fuego con el que iluminan su campamento durante la noche, el mismo fuego que nace de los volcanes y de las tormentas y que tanto temor nos infunde con su poder de muerte y su capacidad de destrucción”-.
     Indri escuchó con atención y preocupación el relato de su amigo, el enmascarado Sifax. En la planicie arbolada por la que caminan, salpicada aquí y allá de los extraños árboles brújula, pasta un grupo poco numeroso de aves elefante. Arriba, en el cielo, pegada al sol, invisible e ingrávida, otea el águila coronada. Delante de ellos, a pocos pasos, un dragón cruza su lento andar, como un presagio nada halagüeño tiene triste el ojo que mira al porvenir.
     -“Hemos de convocar el Consejo de Notables, avisar a las tribus de la selva oriental, a los habitantes de las montañas de la niebla, a los clanes que viven en el bosque seco de las llanuras que miran al poniente. Debemos reunirnos sin premura bajo el árbol del Consejo, no hay tiempo que perder. No sabemos cuales son las intenciones de los recién llegados y, si se confirmaran tus presentimientos, es posible que nos enfrentemos a la más terrible amenaza en la historia de nuestro mundo".
      Apenas tres días tardaron los representantes de los 75 linajes en acudir a la reunión concertada. Pero allí estaban también como invitados, a la sombra del gran árbol, algunos individuos de los recién llegados; son seres de piel clara que se llaman a sí mismos Vazimbas.
     De aquella reunión nada ha trascendido. Pero desde ese día el tiempo comenzó a contar sin duda hacia atrás en la vida de los habitantes de Madagascar. Mientras el grupo humano de los Vazimbas se extendía por todas partes, las palabras empezaron a sonar y con ellas aparecieron también los nombres. Los nuevos dominadores postergaron a las tribus originales cuyos miembros recibieron el nombre de “espíritus de la noche”. También el gran árbol del Consejo, capaz de almacenar el agua en su interior, pasó a llamarse “árbol de los mil años”. Mientras su existencia se iluminaba con los nombres, se apagaba, paradójicamente, en infinidad de casos, para la propia vida.
     Contados estaban los días para los grandes espíritus de la noche, los que habitaban las montañas del interior, así como para las aves elefante y para las águilas coronadas gigantes, entre tantos y tantos otros seres fabulosos.

Datos para comprender mejor el relato:
     Los protagonistas de la historia (los primitivos pobladores) son los lémures (del latín lemur o espíritu de la noche) , los únicos primates existentes en Madagascar durante millones de años hasta la llegada de los humanos. Muchas especies de lémures se extinguieron por la acción directa o indirecta del hombre, entre ellas los lémures gigantes del tamaño de un orangután (o de un hombre) y peso superior a los 100 Kg. El ave más grande del planeta que pudieron contemplar ojos humanos, el ave elefante, que superaba los 3 m. de altura, también desapareció en pocos siglos acaso en la olla de tan temibles inmigrantes.

BAOBAB
Adansonia sp.
Baobab, Árbol botella.
Familia: Bombaceae
Lugar de origen: Madagascar, África y Australia.
Etimología: Del árabe buhibab (que significa “árbol de los mil años”)

     El baobab es uno de los árboles más curiosos del planeta. No destaca por la belleza de su follaje ni por la vistosidad y aroma de sus flores y sin embargo, aunque no alcance las dimensiones de una secuoya gigante es indudable la belleza de su fastuosa presencia. De extraordinaria longevidad pueden alcanzar hasta los 3.000 años de vida.
     Existen ocho especies de baobab, siete de ellas las encontramos en África (seis son endémicas de Madagascar) y una en Australia.

Descripción:
     Es un árbol leñoso de hoja caduca y madera blanda. Esta madera es la que posibilita que dentro del árbol se puedan almacenar miles de litros de agua, que la planta consumirá durante las épocas de sequía. De singular aspecto, de porte ancho y abierto en la copa con un enorme tronco rechoncho, puede alcanzar una altura de algo más de treinta metros y una anchura que llega a los doce metros de diámetro. Estas dimensiones varían en función de la especie: el Adansonia digitata, originario de África continental, o el Adansonia randidieri, de Madagascar, pueden medir más de 25 metros, mientras que la variante de Australia, Adansonia gibbosa, rara vez llega a los diez metros y el Adansonia rubrostipa suele medir la mitad. Sus flores son de color amarillo o blanco, se abren durante la noche y son polinizadas por los murciélagos; tienen forma de mano y son hermafroditas. Sus frutos son como un pequeño melón comestible y además puede molerse y asarse para elaborar una bebida semejante al café.

Cultivo: Se reproduce por semillas aunque es de difícil germinación. Se siembran en macetas mezclando tierra y mantillo a partes iguales. Los brotes se iniciarán a los diez días y es adecuado regarles al plantar y cuando el árbol esté cubierto de hojas pero es conveniente reducir el riego cuando tire las hojas, que es durante la mayor parte del año. Clima cálido y exposición soleada.

Utilización: Como árbol aislado. También en macetas y como bonsái.

Refranero:
-Ni la ciencia ni el tronco de un baobab pueden ser abarcados por una sola persona (refrán africano).

Propiedades medicinales:
La medicina tradicional africana utiliza las hojas como antidiarreico, febrífugo, antiinflamatorio y para tratar las filariasis (infecciones producidas por ciertos nematodos). Las hojas secas y pulverizadas se utilizan para combatir la anemia, el raquitismo, el asma y el reumatismo. Tienen propiedades emolientes. La pulpa sirve para combatir la diarrea, la disentería, la viruela y el sarampión. La corteza tiene propiedades febrífugas y es un remedio para las inflamaciones del tubo digestivo. La decocción de la fibra del fruto se utiliza en el tratamiento de las disfunciones menstruales y también como antidiarreico.

Curiosidades:
     El baobab es uno de los árboles emblemáticos de Madagascar, y como muchas especies vegetales, su origen encierra una leyenda. Cuentan en África que el baobab era uno de los árboles más bellos del continente, admirado por todos por su follaje y flores. Su vanidad creció tanto que los dioses lo castigaron, enterrando sus ramas y dejando a la vista sus raíces. En efecto, parece un árbol invertido que, con sus ramas extendidas en orden anárquico, pretende implorar el perdón de los dioses.
     Otra leyenda cuenta que si una persona bebe agua en la que se han mojado semillas de baobab, quedará protegido del ataque de los cocodrilos. Pero si osa arrancarle una flor, morirá devorado por un león.
     Además estos árboles son inspiradores de otras muchas historias. Se cuenta que existe un ejemplar tan inmenso que en su interior se aloja una estación de autobuses en la que pueden entrar 40 personas. Sobre otro se dice que es utilizado como cantina y que dentro de su tronco pueden llegar a juntarse 50 personas.
     Pero no todo es leyenda, ya que uno de sus atributos más impresionantes es que puede llegar a almacenar 120.000 litros de agua, algo sumamente importante en las zonas desérticas en las que suele crecer.

martes, 8 de junio de 2010

PASIONARIA, LA FLOR DE LA PASIÓN.

     Última parada, la pequeña aldea de Echinguana. Echinguana no figura en los mapas, tampoco aparece en los libros y si preguntas por ella, no obtendrás palabra, ni camino, ni respuesta. Cómo llegó a sus manos ese extraño documento de aspecto ajado y antiguo es aún un misterio para el joven sacerdote Enrique Cortés, jesuita sevillano. Su esfuerzo incansable en la búsqueda de la verdad, es lo que le ha traído hasta aquí desde tan lejos, y su fuerte voluntad la que le permite estar ahora muy cerca de conseguir averiguarlo.
     Tras meses de ardua investigación, ese trozo de pergamino manuscrito con signos de haber sido arrancado y con caracteres escritos en arameo, la lengua de Cristo, le guió hasta esta aldea abandonada cruzando los océanos. Pero, para ser justos, todo el mérito de haber llegado hasta aquí no se lo debe sólo al pergamino, gran parte de su éxito es de Ángel, su experto guía y su “ángel de la guarda”.
     Temprano partieron selva adentro, donde, si su traductor de arameo hizo bien los deberes, el joven jesuita esperaba encontrar una cueva. Tras horas de excursión, ya atardecido, Ángel recomendó hacer una parada para acampar. El lugar era idóneo aunque singular, con esa planta trepadora exótica cubriendo en su totalidad la pared de un pequeño promontorio por donde transcurría una insignificante cascada con tan sólo unos pocos hilos de agua. Ya instalados, absortos en la observación del paraje y sobre todo en la contemplación de esas peculiares flores azules que salpicaban de colorido aquella espesa mata adherida a la roca, les llegó un sobresalto en forma de voz rota que parecía reprenderles por algo, en una lengua que el bisoño jesuita no conseguía entender. Una anciana de aspecto extremadamente longevo seguía increpándoles mientras ellos se miraban atónitos pensando de donde habría salido esa mujer para hallarse en un lugar tan recóndito y abandonado como este. Por suerte, para Ángel las palabras pronunciadas por la vieja resultaban familiares, pues hablaba en un dialecto del quechua llamado huámpuy muy utilizado actualmente por los descendientes de los Incas, como él mismo. Así fue fácil tranquilizar a la anciana nativa, y por fin poder encontrar una explicación a este enigma.
     Más sosegada y confiada, empezó a contarles su secreto que simultáneamente iba traduciendo el guía a su joven jefe y amigo:
     -“Soy Amaco, hija de Serapa, nieta de Eurine, descendientes todas de Eunanchamama, la primera guardiana de la cueva. Mi estirpe ha consagrado la vida al servicio de nuestra señora y maestra Aulema, la “Redentora”. Mi antepasada Eunanchamama tuvo el honor de conocerla hace más de cuarenta generaciones y fue fiel seguidora y divulgadora de sus enseñanzas. La influencia de sus ideas que iban arraigando con fuerza en el pueblo Inca hizo que Aulema empezase a incomodar a los seguidores del dios supremo Viracocha, que temían que terminara implantando su nueva religión. Así el Sumo Sacerdote, el Villac Umu, que disfrutaba de una gran influencia sobre el gobierno del imperio, consiguió apresar a nuestra señora, que terminó siendo condenada, ¡tremenda infamia!, a morir en sacrificio para su dios Viracocha. El camino hasta el cráter del volcán de Ampato, lugar donde habría de arrojarse su cuerpo, fue un verdadero suplicio. Los seguidores del Villac Umu sembraron la senda de esbirros que maltrataron y apedrearon a mi señora hasta los límites del sufrimiento, de tal suerte que al llegar al pie del cráter, la “Redentora”, abandonada y sola, cayó al suelo, sin fuerzas. El cielo quiso en ese momento desatar una descomunal tormenta, como nunca antes se había visto. Todos los presentes, dominados por el pánico, huyeron despavoridos del lugar, dejando sólo el cuerpo sin vida de nuestra señora, ¡gracias al cielo!. Las doce divulgadoras, discípulas de Aulema, recogieron sus restos y los trajeron aquí, hasta esta cueva, la cual se halla enfrente de vosotros, encubierta tras la planta que se erigió en este lugar, donde yació el cuerpo de la “Redentora”. Sus flores son señal de su pasión y su sufrimiento. Nadie ha entrado desde entonces en esta cripta, mi linaje se ha asegurado de ello durante siglos, ¡hasta hoy!. Según lo escrito, llegará el día en que el mundo esté preparado para conocer lo que aquí aconteció, con la llegada de un joven extranjero venido de más allá de los océanos. ¡Creo que ha llegado ese día!”-.
     Dicho esto, la anciana se acercó a la entrada de la cueva y dejó pasar únicamente al párroco, entre la maraña de hojas y enredaderas. Tras encender su linterna de mano se mostró ante sus ojos una estancia de pequeñas dimensiones, sucia y abandonada, llena de telas de araña. En el centro una especie de sarcófago vacío, ... o quizás no tanto. En su interior encontró un trozo de pergamino rasgado. Le recordó a otro viejo trozo de tela que llevaba meses viajando con él. Por un momento le sobresaltó una idea: unió ambos trozos y comprobó, con asombro, que encajaban a la perfección, que en algún momento pertenecieron a un único manuscrito. Lo que en él se transmitía, en esta ocasión, figuraba en la lengua de los Incas. He aquí su traducción:

“Y entonces llegará el día en que Dios envíe a su hijo
a las tierras de Oriente, donde ha de convertirse en el “Salvador”
de las almas de los hombres y las mujeres.
Y ese mismo día, para completar su obra, enviará a su hija
a las tierras de Occidente para que se erija en la “Redentora”
 de los corazones de las mujeres y de los hombres.
Ambos, con su padecimiento y sufrimiento, servirán de ejemplo
 para las generaciones hasta el fin de los tiempos...”

     A bordo de su avión, durante el eterno viaje de vuelta, abstraído en sus pensamientos, Enrique Cortés, párroco jesuita, de profundas creencias religiosas y defensor de la verdad, no hacía otra cosa que acordarse de las palabras de la anciana: “Según lo escrito, llegará el día en que el mundo esté preparado para conocer lo que aquí aconteció...”. Y con estas reflexiones le asaltó la duda: ¿Estará el mundo preparado?.

PASIONARIA
Passiflora caerulea
Pasionaria, Pasiflora, Flor de la pasión, Pasionaria azul.
Familia: Passifloraceae
Lugar de Origen: Brasil y Perú.

Bajo el nombre de Flor de la pasión se engloban más de 500 especies de plantas trepadoras, casi en su totalidad originarias de la América latina y sureste de Estados Unidos. Algunas muy conocidas como la Passiflora edulis famosa por producir los sabrosos frutos de la pasión o Maracuyá. Sin embargo hoy nos centraremos en una especie ornamental muy introducida en el jardín europeo: la Passiflora caerulea.

Descripción:
La pasiflora es una planta sarmentosa y trepadora que utiliza unos zarcillos simples que nacen de sus hojas y que le sirven para sujetarse a otras plantas o a las formaciones del terreno. Es de crecimiento muy rápido, con hojas palmeadas alternas divididas en cinco lóbulos oblongos y enteros. Las flores son del color azul que le confieren sus filamentos pudiendo tomar coloraciones púrpuras, de aspecto muy singular y que nacen de las axilas de las hojas. Suelen ser aromáticas y producen unos frutos en forma de huevo de color naranja, comestible pero insípido. Aunque cada flor permanece abierta sólo dos o tres días, el conjunto de la planta puede estar dando flores durante todo el verano y parte del otoño.

Cultivo: Requiere suelos húmedos, ligeros y fértiles. Clima templado o cálido y exposición soleada. Poda invernal de rebaje después de la floración. Las podas drásticas producen demasiado crecimiento vegetativo y reducen la floración durante 1 ó 2 años. Reproducción mediante esquejes de tres hojas en primavera, en arena y turba colocados en invernadero. También mediante semillas a principios de primavera.

Utilización: Para cubrir verjas y pérgolas o para hacerlas trepar por muros mediante soportes artificiales. También como planta de maceta para decoración de interiores luminosos.

Propiedades: Tiene efectos sedantes del sistema nervioso y cardiaco. Es antiespasmódico gastrointestinal y tiene propiedades miorrelajantes.
Se aplica para reducir la ansiedad, el insomnio, la hipertensión, los trastornos menopáusicos, la taquicardia, la hiper-excitación nerviosa y los dolores espasmódicos intestinales. Es útil en el tratamiento de las úlceras gastro-duodenales y alivia contracturas musculares como la tortícolis y el lumbago.

Curiosidades:
     El nombre de "Flor de la Pasión" se lo pusieron los Jesuitas españoles al ver una semejanza entre los elementos de la flor y diversos instrumentos de la Pasión de Cristo. Cada parte de la flor, desde la hoja hasta el tallo, parecía estar diseñada para este propósito. Enseñaron a los nativos que la hoja era el símbolo de la lanza, y las cinco anteras, las cinco llagas; de este modo, los mexicanos conversos la llamaron Flor de las Cinco Llagas. Los zarcillos eran como los látigos, y la columna del ovario, el pilar de la cruz. Los estambres simbolizaban los martillos y los círculos oscuros del centro de la flor, la corona de espinas. El cáliz representaba el nimbo y las flores blancas denotaban pureza, mientras que las azules, el cielo. Los tres días que dura la vida de la flor significaban que “El Hijo del Hombre estará tres días y tres noches en el hogar de la Tierra”.


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miércoles, 2 de junio de 2010

HABLEMOS DEL TIL Y EL MÍTICO ARBOL GAROÉ

     Mi nombre es Guanarame, soy el último de los bimbaches libres, aunque no se por cuanto tiempo todavía. Escapé de las cadenas de la esclavitud a la que los crueles invasores de mi amada isla Ezeró sometieron a los escasos supervivientes de mi pueblo. No pude salvar a mi joven esposa Tinguafaya.
     Huyendo de mis captores, me arrojé al mar desde los acantilados de los Roques y nadé varios días sin descanso. Exhausto, alcancé las orillas de la isla libre de Benahoare. Ahora vivo acogido por mis hermanos los ahuaritas.
     Lo perdimos todo cuando no supimos guardar el secreto del agua. Pobre Agarfa, el amor la traicionó y su condena fue también nuestra condena para siempre. Tal vez no hubiéramos podido resistir por mucho tiempo, pero el conocimiento que nuestro pueblo detentaba sobre el origen del agua nos hacía fuertes frente a la horda invasora de los piratas normandos. ¡Malditos Jean de Bethencourt y su malvado hijo!.
     El agua, si, el agua lo era todo. Nuestros antepasados no tardaron en descubrir su importancia en tan pequeña y árida isla. Salvo en la época de temporales, los abundantes barrancos aparecían completamente secos y los manantiales apenas duraban unos pocos días. Pero en las laderas de la isla expuestas a los vientos del norte hay una espesa selva que recoge las nubes. Es allí donde se produce el milagro del agua. El valioso bosque es la única zona de la isla preservada del pastoreo de los rebaños, no en vano es un paraje consagrado a nuestra deidad Eraoranhan. Y en el lugar más oculto, en el enclave más recóndito y secreto se encuentra el Garoé, el árbol santo.
     Cuando los soldados europeos descubrieron el emplazamiento del Garoé, la estirpe de los bimbaches se enfrentó a los últimos días de su libertad y de su historia.
     Mi nombre es Guanarame, soy hijo de la pequeña isla Ezeró, la última de las islas del fuego frente al inmenso mar. Ahora vivo con mis hermanos ahuaritas en la isla todavía libre de Benahoare. Aquí, esperando la llegada de los barcos invasores, nos preparamos para la lucha inevitable.

TIL
Ocotea foetens
til, tilo.
Familia: Lauraceae
Lugar de origen: Islas de Madeira y Canarias.

Til es el nombre común dado a esta especie fanerógama perteneciente a la familia de las lauráceas que ayuda a constituir el bosque de la laurisilva canaria, donde comparte espacio con especies como el viñátigo, el acebiño, el laurel canario, el barbusano, el madroño canario y la hixa (o loro), entre otros. Se trata de un endemismo macaronésico presente sólo en Madeira y Canarias que está amenazado por la pérdida de hábitat.

Descripción:
El til es un árbol perenne que alcanza entre los 8 y los 20–30 m de altura, pudiendo algunos ejemplares alcanzar los 40 m. De tronco rugoso e irregular, posee una corteza renegrida cuya madera también es oscura y dura, liberando un olor característico cuando está cortada recientemente, siendo habitual encontrar múltiples tallos ramificados desde su raíz. De hojas lanceoladas u ovadas, verdes y muy brillantes, de 9–12 cm de largo y 3-5 de ancho con abultamientos glandulares en la base de los nervios. Los pecíolos son cortos.
Las flores de ambos sexos son blanquecinas salpicadas de verde y amarillo pálido, liberando un leve olor dulce. El periantio es de 6 piezas, teniendo las masculinas 9 estambres. Florece de Junio a Agosto.
El fruto es una baya dura y carnosa de 3 cm de largo, recubierta en su mitad anterior por una cúpula, semejante a una bellota, de color verde, oscureciendo progresivamente. La cúpula se lignifica y endurece al madurar. Los frutos caen desprendiéndose de la cúpula, quedando una mancha negra en el suelo pasados algunos días. Contiene una única semilla, envuelta en un tegumento duro y ligeramente lignificado. Los frutos sirven de alimento a diversas aves, siendo importantes en la dieta de las palomas turqué y rabiche, endémicas de Canarias.

Cultivo:
Prefiere suelo fresco, bien drenado. Exposición soleada o semisombra, aunque las plantas jóvenes no toleran bien el sol. La reproducción se hace mediante semillas aunque son de germinación difícil, necesitando condiciones favorables de humedad y luz.

Utilización:
Como ejemplar aislado aunque es raramente utilizada en jardines como ornamental.

Propiedades:
Se han realizado estudios sobre los aceites esenciales de las hojas de la Ocotea foetens cuyo componente principal es el etil p-coumarate llegándose a identificar en su composición hasta treinta compuestos más. Sin embargo no se ha podido comprobar ninguna propiedad significativa. Tampoco se encuentra ningún uso a su madera aún siendo dura, por el mal olor que desprende su leño cuando está fresco, de ahí el nombre científico que identifica a esta especie foetens (fétido).

Curiosidades:
     Para ayudaros a entender mejor nuestro relato inicial y la leyenda del Garoé, hemos considerado que hay ciertos datos que es necesario que conozcáis.
     Debido a su situación elevada, donde descargan los vientos alisios, el agua de las nubes se condensa en las ramas de los árboles y cae al suelo en forma de lluvia horizontal. Este fenómeno se produce en todas las cumbres de la isla del Hierro. La leyenda dice que el Garoé era un gran laurel (en realidad se trataba más bien de un til) que proporcionaba agua en cantidades suficientes para sobrevivir a los Bimbaches (guanches de la isla del Hierro) y a sus ganados, ya que destilaba grandes cantidades del líquido elemento al condensar el vapor que transportaban las nubes.
     Cuando los bimbaches vieron llegar la expedición franco española de Jean de Bethencourt, decidieron cubrir las copas del Garoé, para esconderlo de los extranjeros, asegurándose de haber guardado reservas de agua suficientes para un par de semanas, en un intento de que desistieran de su intención de conquistar la isla si no encontraban agua. La treta pareció funcionar pues los conquistadores comenzaron a sufrir las penalidades de la sed. Sin embargo fue entonces cuando entró en escena una aborigen, Agarfa, que se enamoró de un joven expedicionario andaluz y le reveló el valioso secreto del Garoé, sin darse cuenta que así estaba condenando a todo su pueblo a perder la libertad. A pesar de la resistencia de los bimbaches no pudieron evitar caer bajo el dominio de sus conquistadores. Finalmente, a Armiche, que por aquel entonces era el rey de la isla del Hierro, no le quedó más remedio que rendirse ante el conquistador Jean de Bethencourt.
     Casi 200 años después, el árbol original se cayó por culpa de una tormenta en 1610. El monje español Abreu y Galindo dijo haberlo visto con sus propios ojos. Como ocurre con todas las leyendas, el Garoé ha quedado en la conciencia herreña como un árbol sagrado capaz de proveer de agua a la isla y como símbolo de salvación ante el peligro. En 1957 se colocó un til en el emplazamiento original del Garoé, que ha ido creciendo con el paso del tiempo.


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