martes, 2 de diciembre de 2014

HAYAS

     Este bosque tan umbrío, ahora iluminado por las luces claras del otoño, bulle de vida bajo la hojarasca. Innumerables organismos afanados en la digna tarea del reciclaje se encargan de incorporar al reino mineral lo que no ha mucho tiempo formó parte de un ser vivo generando un suelo rico en nutrientes asimilables por los gigantes arbóreos y su pequeña corte de acompañantes. Aquí, en la tupida fronda, a veces la humedad es tan elevada que resulta casi asfixiante pero hoy la lluvia cae con mansedumbre, repiquetea en las hojas y empapa la tierra que la absorbe toda como si fuera una esponja. Puedo notarla ya sobre mi único pie así que tal vez sea la hora de asomarse a ver qué se está cocinando ahí fuera. Tengo que matizar, sin embargo, que no sólo el suelo del bosque con su fértil capa de orgánico humus está capacitado para retener la más pertinaz de las lluvias, por el contrario nosotros, los de mi clase, sí que somos verdaderas esponjas, no en vano estamos hechos hasta en un 90% de pura agua.
     He crecido al borde de las egoístas hayas pero mi verdadero socio es el monumental roble que domina el claro. Somos socios, en efecto, con carácter vitalicio, él me proporciona el alimento que necesito y yo le transfiero sustancias minerales en un tipo de relación simbiótica que llaman micorriza.
     Por cierto, si por azar llegaras a encontrarme, te recomiendo que no me recolectes, pero sobre todo, ¡no se te ocurra comerme! Déjame donde me hallo, mi labor es mucho más valorada aquí en el bosque donde nadie me identifica con el signo doble de la calavera: ¡¡Soy una oronja verde!!.

Pico negro (Dryocopus martius), ave conocida
en Asturias como "Picafayes"
EL PICAFAYES
     Vale, ya veo que habéis elegido a una seta, nada vulgar, es cierto, pero ¡una seta!, mortal por más señas, para introducirnos en el fascinante mundo de uno de los árboles que más ha calado en el acervo y la cultura europeos. ¡No había nadie más apropiado!.
     Pero yo, humildemente, tengo mucho más que decir porque nací en el corazón de un haya a 17 metros de altura. Mi cuna fue una cálida oquedad que mis laboriosos progenitores horadaron en su tronco. Allí vine al mundo en compañía de otras cuatro bolitas rosadas como yo. Aún tardé tres semanas en ver la luz del sol el día que me atreví a sacar la cabeza, ya completamente emplumado, por la redondeada abertura que comunicaba con el espacio exterior, un mundo de belleza insuperable tan lleno de vida como de peligros. Pero hasta hoy, "toco madera", he sabido sortearlos todos no sin una nada desdeñable dosis de fortuna.
     En fin, sé tanto de hayas como de hadas, no en vano siempre he vivido aquí, en el bosque de vuestros cuentos.
     (Os dejo como regalo el resonar de mi tamborileo y mi inquietante llamada en el corazón de la espesura).

Porte de ejemplar aislado de Fagus sylvatica.
HAYA EUROPEA
Fagus sylvatica, L.
Cast.: Haya, haya europea, hayuco. Gall.: Faia, faya. Astur: Faya, fayuco. Eusk.: Pago, fafoa. Cat.: Faig.
Familia: Fagaceae.
Etimología: El nombre genérico deriva del latín Fagus que a su vez viene del griego Phegos que quiere decir "comestible" en referencia a sus frutos. Sylvatica proviene del latín silvaticus que significa silvestre, que es propio de la selva o los bosques, selvático.
Lugar de origen: Centro y Oeste de Europa.


Descripción:
El haya es un árbol de crecimiento lento que alcanza un gran porte, de 30-40 m de altura, cuyo tronco generalmente es columnar, algo más irregular cuando crece aislado, presentando las ramas habitualmente zigzagueantes. Su corteza es lisa, verdosa de joven, adquiriendo más tarde su característico color gris ceniza definitivo. Las hojas son caducas, de color verde al principio, tomando al llegar el otoño sus característicos tonos anaranjados y rojizos. Son simples, en disposición alterna, de forma ovalada y con el borde ondulado, con un vello sedoso característico. Florece en abril y mayo y tiene flores masculinas y femeninas; las masculinas son globosas con un gran numero de estambres por flor y se presentan colgantes con pedúnculos largos, las femeninas sin embargo tienen pedúnculos cortos y erectos y se presentan en el extremo del brote en grupos de dos, a veces de tres. Los frutos son una especie de cúpula erizada que normalmente aparecen cuando el árbol supera los 20 años. Estos "erizos" de picos blandos se abren en cuatro valvas liberando unas semillas que son comestibles y se llaman "hayucos". La forma de los hayucos es triangular, parecidas a pequeñas castañas alargadas y lustrosas y que están consideradas como "frutos secos".

Las tres fases de las hojas del haya (Fagus sylvatica): A la izquierda hojas jóvenes con sus
característicos pelos sedosos, en el centro las hojas ya han perdido la vellosidad y a la derecha
 vemos la típica coloración anaranjada de las hojas otoñales.
Cultivo:
Es un árbol de climas frescos, prefiriendo las zonas sombreadas aunque soporta bien las exposiciones solares. Cuando son jóvenes les afectan más las inclemencias climatológicas como heladas o sequías pero con el tiempo se van haciendo más resistentes. De forma natural crecen en altura, entre 400 y 1800 metros, donde las temperaturas no son muy elevadas y la humedad atmosférica es constante. Tolera casi todo tipo de suelos aunque prefiere los neutros o ligeramente básicos. Son resistentes a las podas por lo que  es aconsejable realizarlas con cierta frecuencia. Se reproducen por semillas, las cuales no se deben dejar secar para garantizar que germinen con facilidad. Es una planta poco apta para la multiplicación mediante esquejes.

Evolución de la floración hasta la liberación de los hayucos.
Utilización:
Además de su valor ornamental, debido sobre todo al colorido de sus hojas en la época otoñal, el haya se ha utilizado tradicionalmente en carpintería pues su madera es muy fácil de trabajar, fabricándose con ella todo tipo de herramientas agrícolas, muebles o instrumentos musicales.
Como ya hemos comentado, sus semillas (hayucos) son consideradas frutos secos y se consumen tostándolas o en crudo, salándolas y dejando secar. Con los hayucos molidos también se confeccionaba una harina para hacer pan o incluso, de estas semillas se extraía un aceite que usaban para cocinar o para iluminar lámparas.

Semillas liberadas del haya europea. Estas semillas son comestibles y se conocen como "hayucos".
Propiedades medicinales:
Desde siempre se ha empleado en procesos gripales, resfriados o bronquitis. De la destilación seca de las ramas se obtiene la "creosata" que es un compuesto fenólico que tiene propiedades balsámicas y antisépticas.

Plagas y enfermedades:
El haya es atacado por diferentes hongos como Ungulina marginata, Fomes connatus o Ganoderma applanatum que producen enfermedades como "el corazón rojo" o el "pasmo" del haya. Entre las plagas destacan los insectos comedores de hojas y flores como una especie de gorgojo llamado Orchestes fagi o la oruga de la mariposa "lagarta cola parda" (Euproctis chrysorrhoea).

Refranes:
-Mal haya carbón de haya: Juego de palabras con el que se menosprecia el carbón obtenido de este árbol.
-A tierra de hayas, nunca vayas: Este refrán desaconseja los lugares donde habita el haya por ser propio de tierras frías.
-El acebo le dijo al haya que si fuera por la vergüenza ardería hasta en el agua: Se refiere a la facilidad con la que arde la madera del haya, que arde hasta verde por ser rica en aceites.

Adentrarse en un bosque de hayas en otoño es entrar en un mundo mágico como podemos ver
en este Hayedo de la Tejera Negra, en la provincia de Guadalajara.
HAYA ORIENTAL
Fagus orientalis, Lipsli
Haya oriental, haya del Asia Menor.
Familia: Fagaceae.
Etimología: El nombre genérico deriva del latín Fagus que a su vez viene del griego Phegos que quiere decir "comestible" en referencia a sus frutos. Orientalis viene del latín y significa "oriental", "del este".
Lugar de origen: Europa oriental y Asia Menor. Convive con el haya común en la zona de los Balcanes y noroeste de Turquía donde es fácil encontrar híbridos  (Fagus x taurica).

Descripción:
El haya oriental es un árbol de gran tamaño que puede alcanzar los 30-40 metros de altura cuya corteza es de color gris pálido y textura lisa aunque a veces pueda presentar surcos. Sus hojas caducas son obovadas o elípticas, de unos 12 cm de largo por 6 cm de ancho, algo más grandes y alargadas que las del haya europea. Se presentan normalmente con el margen ondulado, entero o ligeramente dentado con hasta 12 pares de nervios. Son lampiñas y de color verde oscuro por el haz mientras que por el envés se resaltan los nervios y presenta numerosos pelos sedosos. Con la llegada del otoño las hojas tornan a tonalidades amarillas y marrones. Las flores son pequeñas, las masculinas son de color amarillo y las femeninas verdes. Aparecen a mediados de la primavera y se presentan en inflorescencias separadas sobre el mismo pie. El fruto es una cápsula híspida de unos dos centímetros y medio de largo que contienen de 2 a 3 hayucos pequeños y comestibles.

El haya oriental (Fagus orientalis) tiene las hojas más grandes y alargadas que su pariente
europeo y su coloración otoñal tiene tonalidades amarillas y marrones.
Cultivo:
Es tolerante con la mayorías de los tipos de suelo incluyendo suelos calcáreos. El terreno tiene que estar bien drenado y con  humedad regular aunque los árboles más grandes pueden tolerar la sequía ocasional. De jóvenes son tolerantes a las zonas muy sombreadas pero conforme van creciendo necesitan una exposición más soleada. Se reproducen mediante semillas frescas sembradas en otoño y las plántulas obtenidas se deben transplantar lo antes posible pues cuanto más grandes se hagan estas plantas más difícil será que supere el transplante. La reproducción a partir de esquejes es altamente improbable.

Utilización:
El haya oriental se utiliza como árbol de sombra, ideal para grandes fincas, parques y jardines, valorado por su porte señorial y el vistoso color otoñal de su follaje. Al igual que el haya común su madera es muy valorada para la fabricación de muebles. También los hayucos son comestibles y son una fuente importante de alimento, sobre todo para la fauna que habita en los alrededores.

Flores y frutos del haya oriental (Fagus orientalis).
HAYA AMERICANA
Fagus grandifolia, Ehrh, 1788
Haya americana, haya roja, haya blanca, haya de hoja grande.
Familia: Fagaceae.
Etimología: El nombre genérico deriva del latín Fagus que a su vez viene del griego Phegos que quiere decir "comestible" en referencia a sus frutos. Grandifolia viene del latín y significa "de hojas grandes".
Lugar de origen: Este de Norteamérica.

Descripción:
El haya americana es un árbol caducifolio que alcanza los 25-30 m de altura que posee una copa piramidal y un tronco robusto provisto de una corteza delgada de color plateado con tonalidades azuladas. Suele emitir retoños desde la raíz. Sus hojas son ovadas o elípticas, más grandes y alargadas que el haya europea, de unos 12 cm (raramente 15 cm) de largo por 6 cm de ancho, acuminadas, serradas, al principio con pelos sedosos luego lampiñas o casi lampiñas. Tienen el haz de color verde oscuro brillante mientras que el envés es más pálido. En otoño se vuelven amarillas antes de su caída estacional. Las flores son pequeñas, las masculinas de color amarillo y las femeninas verdes. Ambas se presentan a mediados de verano en inflorescencias separadas sobre el mismo pie. Su fruto consiste en un involucro llamado cúpula de 2,5 cm de largo y que se abre en cuatro valvas leñosas cubiertas de largas espinas. En su interior aparecen de 1 a 3 hayucos, que son pequeñas nueces comestibles de forma trígona con el pericarpio rojizo.

Las hojas del haya americana (Fagus grandifolia) son las de mayor tamaño de estas tres especies.
Las tonalidades otoñales son amarillentas no alcanzando los tonos naranja de su pariente europea.
Cultivo:
Este haya prefiere terrenos ligeros, ricos en nutrientes y perfectamente drenados (no resultan adecuados aquellos suelos que quedan anegados pues producirían la podredumbre de sus raíces y la aparición de hongos). Raramente se encuentra en suelos de piedra caliza. Es una especie adaptada a los ambientes sombríos y por lo tanto huye del exceso de luz solar. Se reproduce normalmente mediante semillas que tienen un gran promedio de germinación. En sus medios naturales estas semillas son transportadas por roedores o por algunas aves como las urracas hasta los nuevos emplazamientos de siembra. Estas hayas también se reproducen mediante el transplante de los vástagos que suele emitir desde la raíz.

Utilización:
El haya americana tiene un gran valor en la industria maderera pues su madera es pesada, dura y resistente. Esta madera se utiliza sobre todo para la fabricación de herramientas, muebles y revestimiento de suelos (parquet). En ocasiones se utiliza como planta ornamental pero mucho menos que el haya europea.

Detalles de la floración y el fruto del haya americana (Fagus grandifolia).
Propiedades medicinales:
Los nativos americanos utilizaban sus hojas para curar las quemaduras, para sanar llagas y reparar las extremidades con síntomas de congelación. También usaban la corteza para algunos problemas pulmonares o como purificador de la sangre.

Plagas y enfermedades:

Esta especie de haya tiene una enfermedad que se ha convertido en una importante causa de muerte para numerosos ejemplares en el noreste de Estados Unidos. Se trata de la llamada "enfermedad de la corteza del haya" que es producida por dos especies diferentes de hongos del género Nectria y que se transmite al árbol cuando una especie de cochinilla (Cryptococcus fagisuga) ataca la corteza.

viernes, 27 de junio de 2014

EL ÁRBOL QUE LLORA

     Esclavo, no te quejes de las fatigas; preso, no te duelas de tu prisión; ignoráis la tortura de vagar sueltos en una cárcel como la selva, cuyas bóvedas verdes tienen por fosos ríos inmensos. ¡No sabéis el suplicio de las penumbras, viendo el sol que ilumina la playa opuesta, a donde nunca lograremos  ir! ¡La cadena que muerde vuestros tobillos es más piadosa que las sanguijuelas de estos pantanos; el carcelero que os atormenta no es tan adusto como estos árboles, que nos vigilan sin hablar!. Mientras le ciño al tronco goteante el tallo acanalado del caraná, para que corra hacia la tazuela su llanto trágico, la nube de mosquitos que lo defiende  chupa mi sangre y el vaho de los bosques nubla mis ojos.     ¡Así, el árbol y yo, con tormento vario, somos lacrimatorios ante la muerte y nos combatiremos hasta sucumbir!.

                                                                                             José Eustasio Rivera
                                                                                             "La vorágine"


En esta obra, el joven artista amazónico Brus Rubio
 ha sabido representar como nadie los excesos
 cometidos contra la población indígena por parte
de las empresas caucheras.
EL GENOCIDIO DE LAS CAUCHERÍAS DEL PUTUMAYO
     Cuando la codicia humana se instaló en el Paraíso necesitó apenas veinte años para perpetrar un exterminio. Hasta entonces, hombres y mujeres tan puros vivían en tal armonía con la tierra que el mismo Dios no quiso que ningún Evangelio los corrompiera. Andoques, huitotos, boras, ocaimas, nonuyas, rezígaros, muinames, adanes y evas en el Edén ancestral leían en el libro sagrado de la selva mientras eran bendecidos por la sabiduría heredada de mil generaciones de antepasados.
     Pero en el llamado mundo civilizado, a caballo entre los siglos XIX y XX, el descubrimiento del petróleo como fuente de energía y la forma de extraerlo de las entrañas de la tierra, inició un vertiginoso e imparable proceso industrial y tecnológico. El motor de combustión sustituyó a los primeros carros de vapor dando un decisivo impulso al desarrollo de la industria del automóvil. Asimismo, la vulcanización del caucho, descubierta supuestamente por Charles Goodyear (si bien los indios de mesoamérica ya conocían sobradamente este proceso), incorporó rápidamente este producto de origen natural a la fabricación masiva de ruedas, hechas primero de goma maciza, hasta que a finales del siglo XIX el escocés Dunlop inventó las ruedas neumáticas. La gran demanda consiguiente desató la codicia que condujo a la barbarie.
     Pero los árboles del caucho habitaban dispersos por la Amazonía y las caucherías hubieron de extenderse por la selva a través de las venas de sus grandes ríos llegando hasta los últimos y más escondidos de sus rincones.
     Fue así como la empresa cauchera que explotó las riquezas naturales de la vasta región del río Putumayo, que contaba entre sus accionistas con algunas de las más "respetables" personalidades del Imperio Británico, ejerciendo el infame poder de la fuerza llevó a cabo el genocidio silencioso y sistemático de las tribus que un día habitaron en el Paraíso.
     Esta empresa que esclavizaba a la población indígena subsistió hasta la década de 1930. No sirvió de nada que José Eustasio Rivera lo denunciara en su libro "la vorágine" pero al menos dejó constancia de lo que allí sucedía. 


Hojas trifoliadas del Árbol del caucho Hevea brasiliensis
ÁRBOL DEL CAUCHO
Hevea brasiliensis, (Willd. ex A.Juss.) Müll.Arg.
Árbol del caucho, árbol sangrado, siringa, seringueira.
Familia: Euphorbiaceae.
Etimología: La palabra con la que se designa el género "Hevea" tiene su origen en el nombre vernáculo con el que se conocía en la Guayana Francesa a su especie autóctona la Hevea guianensis. El nombre latino "brasiliensis" con el que se designa a esta especie significa originario de Brasil.
Lugar de origen: Originario de la cuenca hidrográfica del río Amazonas.

Panícula floral y detalle de las pequeñas flores.
Descripción:
El árbol del caucho es un árbol de porte cónico y poco denso que puede alcanzar 20 a 40 m de altura. Su tronco es recto y cilíndrico con la corteza bastante fisurada. Es de color beige muy claro y su madera es blanca y liviana. Sus hojas son compuestas, ligeramente coriáceas, trifoliadas, distribuidas de forma alterna, de aproximadamente 16 cm de longitud. Durante la estación seca deja caer parcialmente las hojas, antes de lo cual se tornan de color rojizo. Es un árbol monoico con flores  pequeñas y reunidas en amplias panículas. Carecen de pétalos, tienen el cáliz amarillo y son aromáticas. Las flores femeninas son más grandes que las masculinas, con un pistilo bien visible y se disponen en la parte terminal de las inflorescencias. Las masculinas son más numerosas, con anteras centrales y colocadas en la base de estas inflorescencias. Produce los frutos desde los 4 años, cada uno de los cuales es una gran cápsula dividida en tres lóbulos, mide unos 5-7 cm de diámetro y están sujetos a la planta por largos pedúnculos. Estos frutos son verdes aunque al madurar adquieren tonos marrones. Cada fruto contiene tres semillas ricas en aceite, son brillantes y con manchas marrones muy vistosas lo que las hace muy ornamentales.

Fruto del árbol del caucho
Cultivo:
Para crecer óptimamente precisa temperaturas elevadas y precipitaciones abundantes de forma constante. No tolera el frío ni las heladas pues por debajo de los 20 ºC se detiene el desarrollo vegetativo y por debajo de 15 ºC se producen daños graves. Como hemos dicho necesita una gran cantidad de agua para sobrevivir tolerando los encharcamientos siempre que no sean demasiado prolongados. Necesita asimismo humedad ambiental. Requiere de suelos ricos en nutrientes y ácidos (pH entre 5 y 6) no tolerando los suelos calizos. Sí puede prosperar en suelos arcillosos siempre que se instalen sistemas de drenaje eficientes para evitar la pudrición radicular. Precisa gran cantidad de luz por lo que su emplazamiento ideal es a pleno sol pero intentando que pueda tener sombra en las horas centrales del día para evitar que se quemen sus hojas. Por otro lado, si el árbol permanece excesivamente sombreado dará más hojas y más grandes pero no florecerá.
La forma de propagación de este árbol es mediante semillas utilizando posteriormente injertos si se quieren obtener los caracteres comerciales mas interesantes. Las semillas se deben recolectar tan pronto como el fruto comience a abrirse y sembrarse inmediatamente ya que pasado un tiempo, unos diez días, las semillas pierden poder germinativo.

Semillas de Hevea brasiliensis
Utilización:
Aunque este árbol es usado como planta ornamental en muchas zonas, su utilización más significativa está dedicada a la extracción de un látex blanco o amarillento con el que se fabrica el caucho. El método tradicional de extracción consiste en hacer incisiones en la corteza para que su savia corra a lo largo del tronco para ser recogidas en latas colocadas bajo el corte. Las cicatrices del árbol están secas en un par de semanas, momento en el que se pueden volver a hacer nuevas incisiones. El caucho crudo no se conserva mucho tiempo perdiendo pronto su consistencia por lo que a menudo es necesario un método llamado vulcanización que consiste en añadir azufre al caucho para darle más elasticidad, impermeabilidad y duración. En la actualidad resulta poco rentable su extracción ya que el caucho sintético es más barato y fácil de obtener.
Otra utilidad de este árbol se halla en sus semillas que tienen un uso artesanal siendo utilizadas para la confección de collares y aretes.

Método tradicional de la extracción
del caucho
Propiedades medicinales:
El látex fresco mezclado en dosis muy reducidas con aceite de ricino ayuda a exterminar las lombrices intestinales.

Plagas y enfermedades:
El árbol del caucho es extremadamente sensible a los parásitos entre los que destacan los Pulgones y los Trips, por lo que es importante mantener la humedad del aire y el abonado en niveles óptimos para hacer más resistente a la planta al ataque de estos insectos. La antracnosis producida por la Glomerella singulata ataca a las hojas más jóvenes provocando su caída prematura.




EL ÁRBOL QUE LLORA
    El primer testimonio sobre la existencia del caucho nos llegó gracias a los escritos del naturalista francés Charles Marie de la Condamine cuando en uno de sus viajes a la Amazonia ecuatoriana observó como los indígenas sacaban una sustancia gomosa de la corteza de unos árboles que utilizaban luego para fabricar pelotas, hacer vasijas o impermeabilizar sus calzados.
Lágrimas de latex
Cuando preguntó a los nativos por el nombre de esta milagrosa sustancia le respondieron en su lengua con una palabra que el naturalista transcribió como "caoutchouc". Cuando se interesó sobre el significado de esta palabra se enteró que venía a querer decir algo así como "árbol que llora". Los indígenas se habían fijado que al hacer los cortes sobre la corteza de estos árboles empezaban a brotar como si de un llanto se tratase las grandes lágrimas de leche blanca que ellos afanosamente recogían.
     En la actualidad en el idioma francés se utiliza aún la palabra "caoutchouc"   para designar esta sustancia de la que derivan las denominaciones en alemán "kautschuc", italiano "caucciù" y en castellano "caucho".

sábado, 26 de abril de 2014

...INCIENSO Y MIRRA

     Desde una de las cimas dominantes de la Colina Tebana, Senenmut contempló en silencio el Gran Campo del Valle de los Reyes, el lugar donde se ocultaban excavadas en la roca madre las tumbas de los faraones de las últimas y poderosas dinastías. Repentinamente, al detener la mirada sobre un bello templo de reciente construcción sus ojos se llenaron de indisimulado orgullo. Era el Dyeser-Dyeseru, la maravilla de las maravillas, el templo del millón de años que honraría para siempre a su amada reina Hatshepsut.
     Su privilegiado punto de observación le permitía admirar el conjunto de tan fastuosa obra. Desde la avenida de esfinges que da paso al patio inferior hasta las amplias y escalonadas terrazas con pórticos columnados  comunicadas entre sí por largas rampas. El templo parecía brotar de las paredes del acantilado y descender suave y armoniosamente, como si de un afluente se tratara, en dirección al padre Nilo. Pero es en el vientre de la montaña, oculto a las miradas, donde se encuentra el verdadero santuario consagrado a Amon-Ra.
     Todo estaba listo. Faltaba únicamente la decoración interior y, sobre todo, los jardines. Las noticias que llegaban a la Corte de Tebas, sin embargo, auguraban el cercano regreso de la exitosa expedición enviada al lejano País de Punt en busca de plantas vivas de olíbano y mirra.
     Ilusionado, ajeno a los avatares del mañana, Senenmut descendió el sinuoso sendero que conducía a la cercana ciudad de Tebas. De su mano caminaba junto a él la todavía adolescente princesa Neferura, hija de la reina Hatshepsut y destinada a heredar el trono del más grande imperio de la Tierra.

Relieve del templo de Deir el-Bahari representando
 la expecición al pais de Punt. Abajo, dibujo
realizado por el egiptólogo Johannes Dümichen
resaltando el relieve anterior.
LA EXPEDICIÓN AL PAÍS DE PUNT
    Punt es un antiguo territorio cuya localización no se ha podido confirmar aunque posiblemente pudiera haber estado situado en la costa africana del océano Índico. Tenemos constancia de su existencia gracias a los textos jeroglíficos del Antiguo Egipto.
     Se hicieron distintas expediciones a lo largo de la historia desde Egipto hacia este país pero sin duda la más célebre es la enviada por la reina-faraón Hatshepsut. Esta reina que llegó al poder tras la muerte de su esposo Tutmosis II debido a la corta edad del hijo de ambos, consiguió perpetuarse en el puesto gracias en parte al papel desempeñado por su consejero de confianza, un hombre llamado Sen-en-Mut quien desempeñaba labores de arquitecto diseñando impresionantes templos entre los que cabe destacar el Dyeser Dyeseru construido en Deir el-Bahari en honor a la reina-faraón. Muy próximo a la reina (existe una hipótesis que relaciona a estos dos personajes en una esfera mucho más íntima que la política), Sen-en-Mut también realizaba labores de educador de la princesa Neferura, hija de Hatshepsut.
     Durante los veintidós años que duró el gobierno de la reina y su fiel consejero, Hatshepsut estableció benéficas relaciones comerciales y diplomáticas con sus vecinos instaurando un cambio en la orientación política de la dinastía, que hasta entonces se dirigía hacia el control político-militar de la zona y que con ella parece centrarse en otras empresas de carácter económico. En este marco se diseñó la espectacular expedición al país de Punt en busca de materiales como oro, ébano, marfil o sustancias muy valoradas en la época como la mirra o el incienso. Para tal efecto se confeccionaron cinco navíos con madera de cedro del Líbano que tenían, según los textos jeroglíficos, veinticuatro metros de eslora, seis de anchura y dos de calado, impulsados por enormes velas atadas a un mástil de nueve metros de altura.
     Dicen los textos que "volvieron cargados pesadamente los barcos con las maravillas del país del Punt: todas las buenas maderas aromáticas de la Tierra del dios, montones de resina de mirra, jóvenes árboles de mirra, ébano, marfil puro, oro verde de Amu, madera de cinamomo, madera-hesyt, incienso-ibemut, incienso, pintura de ojos, monos, babuinos, perros, pieles de pantera del sur, y siervos y sus hijos...". Así, después de ocho meses de expedición, los doscientos diez hombres que componían el proyecto al mando de su canciller Nehesy, regresaron a casa cubiertos de gloria.

Árbol del Incienso (Boswellia sacra)
INCIENSO
     El incienso es una resina aromática que se extrae de algunas plantas del género Boswellia. Originalmente se conocía en las diversas culturas con nombres derivados de la leche debido al aspecto de la resina al brotar del árbol. Así, para los hebreos era "lebonah", para los griegos "libanos", los árabes lo llamaban "luban" y los romanos "olibanum", palabra de la que deriva "olíbano" que es como se sigue conociendo en la actualidad a esta resina. A menudo para aprovechar mejor las propiedades aromáticas del olíbano se le añadían aceites esenciales de origen animal o vegetal para que pudieran arder y así desprender un humo perfumado. Debido a esta práctica habitual de "encender" (en latín "incendoere") la resina derivó la palabra actual "incienso".
     Hoy en día a cualquier mezcla de sustancias que despidan buen olor se le llama incienso por ello podemos encontrar combinaciones con otras resinas y sustancias como la mirra, el ciprés, la canela, el  romero, etc.
     Usado por todas las culturas del mundo y por la mayoría de las religiones tradicionales para sus diferentes ritos, estos aromas parecían tener unas propiedades que hacían conectar al hombre con lo divino y con la naturaleza, pero es la naturaleza misma la que provee al hombre de esta sustancia que aparece al raspar la superficie de la corteza de un simple árbol, que suda gotas de un líquido con aspecto de leche y que más tarde se convierten en piedrecillas.
     Existen distintas especies vegetales a las que se le llama incienso, por ejemplo, Plectranthus coleoides = Plectranthus madagascariensis (planta del incienso), Artemisia absinthium (incienso, ajenjo) o Myrocarpus frondosus (incienso del Paraguay) debido a que desprenden aromas similares, pero esta resina sale exclusivamente de los árboles de género Boswellia. En la India lo extraen de la Boswellia papyrifera, pero el olíbano árabe, el olíbano por excelencia proviene de la Boswellia sacra.
A la izquierda, resina lechosa exudando de la corteza del árbol del incienso. A la derecha, la misma resina solidificada.
ÁRBOL DEL INCIENSO
Boswellia sacra, Flueck.
Árbol del incienso, árbol del olíbano.
Familia: Burseraceae.
Etimología: Como hemos visto la palabra incienso deriva del latín "incendoere" = encender, quemar, incendiar. No sabemos el origen exacto de "Boswellia" pero si el de "sacra", que deriva del latín "sacer" = santo, sagrado.
Lugar de origen: Somalia, Etiopía, Yemen y Omán. También se cultiva en las regiones secas del nordeste de África y al sur de la península arábiga.  
Detalle de las flores y los frutos del árbol del incienso (Boswellia sacra)
Descripción:
Es un árbol de pequeño tamaño que alcanza entre 2 y 8 metros de altura y que a veces se presenta de forma arbustiva con varios troncos. Su corteza presenta una textura como de papel que se desprende con facilidad. Sus hojas son caducas, compuestas de un numero impar de foliolos que tienen el margen dentado y que crecen en forma opuesta. Son glabras y de color verde intenso por el haz y más pálidas por el envés. Las hojas nuevas presentan pilosidad. Las flores aparecen reunidas en racimos. Son de pequeño tamaño y están compuestas de cinco pétalos de color blanco amarillento, diez estambres y un cáliz de cinco dientes. El fruto de aproximadamente 1 cm de diámetro es de forma redondeada, originalmente de color verde claro, con cuatro o cinco vértices ligeros.
Este árbol tolera las situaciones más críticas, encontrándose frecuentemente en pendientes rocosas y barrancos. Prefiere los suelos calcáreos.

Árbol de mirra (Commiphora myrrha)
MIRRA
     La mirra al igual que el incienso es una sustancia resinosa aromática que se obtiene haciendo pequeñas incisiones en la corteza de otro árbol, en este caso Commiphora myrrha, de la que se extrae una gomorresina amarilla, de sabor amargo y que al secarse adquiere una tonalidad pardo-rojiza.
     Muy valorada en la antigüedad, (su valor triplicaba por ejemplo a los del oro y el incienso, las otras dos ofrendas que los Magos entregaron al niño Jesús en Belén) era utilizada para multitud de aplicaciones, entre las que estaban la quema aromática en distintas ceremonias religiosas y funerarias, la aplicación médica para distintos remedios sobre todo en la época de los romanos o como elemento clave en los procesos de embalsamamiento de los cadáveres de los antiguos egipcios. No hay que olvidar sobre todo el valor que a lo largo de la historia ha tenido en la fabricación de cosméticos y perfumes utilidad que sigue estando vigente en la actualidad.
Resina de mirra cuando se extrae de la corteza y solidificada en forma de piedrecillas.
ÁRBOL DE MIRRA
Commiphora myrrha, T. Nees (Engl.)
Mirra, Árbol de mirra, Mirra del Yemen, Mirra Somalí. 
Familia: Burseraceae.
Etimología: El nombre mirra, parece que proviene del árabe "murr" y significa amargo. Los griegos lo llamaban "mýrra" y en latín "myrrha".
Lugar de origen: Yemen, Península Arábiga, Somalia y el este de Etiopía.
Distintos detalles del árbol de mirra (flores, frutos, hojas, espinas...)
Descripción:
Es un arbusto o árbol pequeño muy espinoso que alcanza entre 2 y 6 metros de altura, con el tronco corto y suculento, capaz de retener el agua durante períodos largos. Las hojas son pequeñas y se reparten de forma escasa a lo largo de las ramas. Generalmente son simples aunque a veces se presentan compuestas de tres foliolos dispuestos alternativamente. Son coriáceas, de color verde y de formas y tamaños muy variables (pueden ser elípticas, lanceoladas, cuneiformes o redondeadas). Las flores son dioicas, pequeñas y poco visibles, dispuestas en panículas. Los frutos son ovales, ligeramente aplanados y terminados en ápice, de 2-4 mm de largo, de color marrón cuando maduran y rodeados en la base por un cáliz dentado con el tallo muy corto.

"Nacimiento de Adonis" de Marcantonio Franceschini,
obra en la que se aprecia a Mirra transformada en árbol.
LA OTRA MIRRA (MITOLOGÍA GRIEGA)
   Según la mitología griega, Mirra, también llamada Esmirna, era hija de Cencreis (Cencreide) y del rey de Asiria (Tías) o el rey de Chipre (Cíniras), según versiones. En la versión más extendida se dice que la madre de Mirra, esposa del rey presumía de que su hija era más hermosa que la diosa Afrodita. Para castigar a la madre por semejante descaro, Afrodita hizo que Mirra se enamorase de su padre y le sedujese en sueños. El rey al enterarse de lo ocurrido montó en cólera y quiso matar a su hija pero Afrodita se adelantó y la convirtió en un árbol de mirra. De esta relación Mirra engendró a Adonis que nació, según versiones, cuando el rey disparó una flecha al árbol o cuando un jabalí usó sus colmillos para desgarrar su corteza. De cualquier manera en todas las versiones Mirra siempre termina convertida en árbol.

viernes, 21 de febrero de 2014

LA CEIBA PENTANDRA

     En Tierra Firme hay tan grandes árboles, que si yo hablase en parte que no hubiese tantos testigos de vista con temor lo osaría decir(...)
     El mayor árbol que yo he visto en aquellas partes ni en otras, fue en la provincia de Guaturo; el cacique de la cual, estando rebelado de la obediencia y servicio de vuestra majestad, yo fui a buscarle y le prendí; y pasando, con la gente que conmigo iba, por una sierra muy alta y  muy llena de árboles, en lo alto de ella topamos un árbol, entre los otros, que tenía tres raíces o partes de él en triángulo, a manera de trébedes, y dejaba entre cada uno de estos tres pies abiertos más espacio de veinte pies, y tan alto, que una muy ancha carreta y envarada, de la manera que en este reino de Toledo las envaran al tiempo que cogen el pan, cupiera muy holgadamente por cualquiera de todas tres lumbres o espacio que quedaba de pie a pie, y en lo alto de tierra, más espacio que la altura de una lanza de armas, se juntaban todos tres palos o pies, y se resolvían en un árbol o tronco, el cual subía muy más alto en una pieza sola, antes que desparciese ramas, que no es la torre de San Román de aquesta ciudad de Toledo; y de aquella altura arriba echaba muchas ramas grandes. Algunos españoles subieron por el dicho árbol, y yo fui uno de ellos, y desde adonde llegué por él, que fue hasta cerca de donde comenzaba a echar brazos o las ramas, era cosa de maravilla ver la mucha tierra que desde allí se parecía hacia la parte de la provincia de Abrayme. Tenía muy buen subidero el dicho árbol, porque estaban muchos bejucos rodeados al dicho árbol, que hacían en él muy seguros escalones. Sería cada pie de estos tres sobre que dije que nacía o estaba fundado este árbol, más gruesos de veinte palmos; y después que todos tres pies en lo alto se juntaban en uno, aquel principal era de más de cuarenta y cinco palmos en redondo. Yo le puse nombre a aquella montaña, la sierra del Árbol de las Trévedes. Esto que he dicho vio toda la gente que conmigo iba cuando, como dicho es, yo prendí al dicho cacique de Guaturo el año de 1522(...)

                                          SUMARIO DE LA NATURAL Y GENERAL HISTORIA DE LAS INDIAS
                                                                                  de Gonzalo Fernández de Oviedo


Ceiba pentandra
CEIBA
Ceiba pentandra (L.) Gaerth.
Ceiba, ceiba bruja, ceiba bomba, árbol del algodón, árbol de la paz, bonga, cataguade, lapuna, pochota, samauma.
Familia: Bombacaceae 
Etimología: La palabra ceiba proviene de su nombre vernáculo en sudamérica. Pentandra proviene del griego "pente" (que significa "cinco") y "andros" (género masculino) en alusión a sus cinco estambres.
Lugar de origen: Aunque se extiende por todo el continente americano se cree que su origen es América Central. Se creía que era nativa del sureste de Asia pero la evidencia genética sugiere que fue introducida.

Detalle de las hojas de la Ceiba pentandra.
Descripción:
El cronista y colonizador español Gonzalo Fernández de Oviedo describió a este árbol de manera ejemplar, como hemos visto en su "Sumario de la Natural y General Historia de las Indias", nosotros intentaremos hacer una descripción que se aproxime a ese nivel:
La ceiba pentandra es un árbol caducifolio de 30-40 metros de altura que puede llegar a alcanzar hasta los 70 metros (..."la torre de San Román de aquesta ciudad de Toledo"). La base del tronco presenta parte de sus raíces tabulares dispuestas a modo de contrafuertes (..."tenía tres raíces o partes de él en triángulo, a manera de trébedes"). El tronco es grueso llegando a alcanzar un diámetro de entre 1 y 3 metros y un perímetro de hasta 9 metros (..."todos tres pies en lo alto se juntaban en uno, aquel principal era de más de cuarenta y cinco palmos en redondo"). La corteza es lisa o ligeramente fisurada, de color verde de joven, cubierto con aguijones cónicos muy espinosos que irá perdiendo con el tiempo y tornándose a tonos grisáceos con la edad. Las hojas son compuestas y están formadas por 5 a 9 foliolos dispuestos a manera de abanico. Dichos foliolos son de forma lanceolada, con el margen entero, glabras y de color verde oscuro en el haz y más pálido en el envés. Las flores se presentan en racimos laterales al final de las ramas apareciendo antes que los brotes de las hojas. Están compuestas por un cáliz acampanado, una corola compuesta por 5 pétalos blancos o rosados y 5 estambres unidos en su base. Los frutos son cápsulas coriáceas de unos 15 cm con apariencia variable (en forma de pera o de limón) divididas en 5 celdas que contienen numerosas semillas lenticulares casi negras que están envueltas en una especie de lana blanquecina.

Distintas fases de la floración de la Ceiba. A la derecha, detalle de la flor en la que se pueden distinguir
 los cinco estambres característicos que dan nombre a esta planta (pentandra).
Cultivo:
Este árbol requiere, para su correcto crecimiento, de suelos ricos en materia orgánica, profundos o someros, ligeramente ácidos o neutros. Se le suele encontrar frecuentemente sobre suelos arcillosos. Necesita una exposición luminosa, un nivel alto de humedad y temperaturas suaves: la temperatura óptima de desarrollo debe situarse entre los 20º C - 28º C, pues no acepta bien ni el frío ni el calor excesivo. Se reproduce bien mediante semillas que se sembrarán en primavera y a las que se les puede ayudar previamente mediante tratamientos que aceleren su poder germinativo (las semillas se pueden hervir en agua durante un minuto para inmediatamente dejar enfriar y dejándolas en remojo durante 24 horas). También acepta el uso de esquejes o acodos para multiplicarse. 

Fases diferentes de la evolución de los frutos. Se puede observar la lana blanquecina de donde se
obtiene el "kapok". En su interior se pueden apreciar las semillas (foto de la derecha).
Utilización:
Uno de los usos más tradicionales de la ceiba pentandra ha sido para la extracción de la lana que hay en el interior de los frutos de donde se obtiene el denominado "kapok" usado para rellenar cojines, almohadas y colchones u  otros artículos más modernos como sacos de dormir, etc. De la corteza se extrae una fibra de color rojo utilizada en la India para la fabricación de cuerdas y papel. La madera es bastante liviana por lo que se utiliza para fabricar balsas, flotadores o en aeromodelismo. El aceite que contienen las semillas se utiliza para hacer jabones. No debemos olvidarnos de su uso como árbol de gran valor ornamental utilizado como centro de parques y jardines.

Rasgos distintivos de la Ceiba pentandra. A la izquierda vemos los aguijones cónicos que recubren
 tanto el tronco como las ramas de los ejemplares jóvenes. A la derecha se pueden apreciar las grandes
raíces tabulares de su base.
Propiedades medicinales:
Si hacemos una infusión con el cocimiento de su corteza obtendremos un remedio casero con propiedades diuréticas y antiespasmódicas. También la resina que se extrae del tronco se utiliza en el tratamiento de algunas enfermedades intestinales. 

Como vemos las raíces de la base pueden ser tan grandes que pueden albergar a más de una veintena de
 personas o, como contaba Gonzalo Fdez. de Oviedo, "...tan alto, que una muy ancha carreta y envarada (...) cupiera muy holgadamente por cualquiera de todas tres lumbres".
Plagas y enfermedades:
Existen una gran variedad de agentes dañinos que pueden atacar a este árbol. Por ejemplo, insectos como Pericallia ricini Fabr. o Eulepidotis modestula atacan a las hojas, mientras que otros como Analeptes trifasciata se alimentan de sus semillas. El llamado "síndrome de troncos huecos" está producida por una termita (Coptotermes crassus Snayder), aunque no es el único agente que ataca a la madera puesto que ésta se puede ver afectada por hongos como Ramularia sp., Corticium sp. o el "hongo de la mancha". La ceiba también se puede ver afectada por algunos virus como el que produce la inflamación de los vástagos.

Magnifico ejemplar de Ceiba pentandra. Viéndolo
 bien podríamos pensar que fuera capaz de
sostener los cielos, como nos cuenta la leyenda Maya.
EL POPOL VUH Y LA CEIBA
     La ceiba era un árbol sagrado para los antiguos mayas. Probablemente al ver un ejemplar tan extraordinariamente alto les hizo creer que sus ramas sostenían los cielos, mientras que al observar sus enormes raíces superficiales era fácil que pensaran que éstas podían ser el vínculo de unión entre el mundo de los vivos y el Inframundo.
     Durante siglos el pueblo Maya iba transmitiendo entre generaciones sus numerosas tradiciones y leyendas que finalmente fueron recogidas entre los años 1554-1555 en lo que podríamos llamar la Biblia Maya en lengua quiché y que ellos llamaron "Popol Vuh". Este libro sagrado comienza con la mítica creación del mundo y de la humanidad y recoge entre sus leyendas que los dioses creadores sembraron en los cuatro rumbos del cosmos distintas ceibas sagradas, las llamadas ceibas direccionales que serían los sostenedores del universo. Asi, en el rumbo del oriente colocaron el "Árbol rojo del alimento" (Chac Imix Che), en el rumbo del poniente ubicaron el "Árbol negro del alimento" (Ek Imix Che), en el rumbo superior el "Árbol blanco del alimento" (Zac Imix Che) y en el rumbo inferior sembraron el "Árbol amarillo del alimento" (Kan Imix Che). En el centro, rodeada por estos cuatro grandes árboles situaron a la Gran Madre Ceiba, el "Primer Árbol del alimento" (Yax Imix Che). Esta ceiba era la encargada de comunicar los diferentes mundos, ya que entre sus raíces los dioses creadores situaron el Xibalbá o Mitnal que era la morada de los muertos, el "Inframundo". En la base del árbol estaría la tierra que habitamos los seres vivos, el Kab, mientras que en lo alto, entre sus ramas los dioses establecieron su morada y en la cima de su copa habitaba una preciosa ave de plumas verdes y azules, el Quetzal que representaba el origen de todos los dioses. 
     Para los antiguos mayas, como hemos visto, estos árboles que consideraban como indestructibles representaban la comunicación entre el cielo y el mundo inferior. Sus descendientes en la actualidad siguen respetando a la ceiba, a la que identifican con conceptos tan elevados como resistencia y sabiduría.