A los que despectivamente me bautizaron
con el nombre de Abejorro sólo puedo decirles que a todo se acostumbra uno y
que no les guardo rencor, pero me quedo con el otro nombre que, tan
acertadamente, me puso el bueno de Linneo: "Bombus", que significa ni
más ni menos que "zumbido", mi verdadera tarjeta de presentación.
Es verdad que me siento injustamente
considerado por parte de la especie encargada de dar fe de la existencia del
planeta viviente y de todos los seres prodigiosos que en él habitamos. Hasta
entre la enorme legión de polinizadores me tienen por un actor secundario
cuando la realidad es bien distinta, mi labor es, cuando menos, tan importante
como la de algunos de mis cercanos parientes que gozan de mayor y, a mi entender,
desproporcionada popularidad.
De los que rebuscamos entre las flores
somos, sin duda, algunos de los más eficientes. Antes que nadie en las mañanas,
incluso en los días fríos del invierno cuando nuestras primas las abejas apenas
se atreven a asomarse a las piqueras de sus colmenas, nosotros salimos a zumbar
por ahí, ¡la mar de atrevidos!, ¡la mar de contentos!, es más, diría yo, un
tanto desafiantes, flipando en colores del espectro ultravioleta.
Para colmo, hasta algunos científicos me
negaron en cierta ocasión la capacidad de volar aduciendo que mis aparentemente
pequeñas alas no se correspondían con mi corpulento corpachón mostrándose en
desacuerdo, por tanto, con las leyes de la aerodinámica. Pobrecitos, tuvieron
que rendirse a la evidencia pues como diría el gran sabio Galileo: "eppur
si muove".
Llegada es también la hora de reivindicar
la autenticidad y la elegancia de las formas redondeadas frente a la tiranía de
modas meramente pasajeras que pretenden imponer los diseños estilizados (todo
el mundo sabe que las avispas no son de fiar). La evolución ha ofertado un
infinito abanico de apariencias compatibles con la vida, pues cada forma
desempeña un oficio exclusivo en aras de la diversidad.
Pero el motivo principal por el que me
presento hoy aquí no es otro que el de llamar la atención sobre el declive
continuado y alarmante de las poblaciones de insectos polinizadores: abejas y
abejorros pero también mariposas, chinches, moscas y escarabajos,
insustituibles intermediarios en la reproducción de las plantas. El empleo
masivo de insecticidas no selectivos, los llamados sistémicos, que se
introducen a través de la savia en todos los tejidos de las plantas tratadas,
está matando no sólo a los insectos chupadores o barrenadores a los que
supuestamente van dirigidos, sino también a sus depredadores naturales y a los
que, como nosotros, buscamos el néctar y el polen ignorantes de que las plantas
a las que servimos con nuestro trabajo han sido profundamente contaminadas.
Antes de empezar este apartado quisiera
pediros a todos un minuto de silencio. Al protagonista de nuestro relato, el
abejorro, le hubiera gustado ser él personalmente quien publicara esta sección,
pero desgraciadamente falleció ayer mismo víctima de esta misteriosa
"epidemia" que afecta a abejas, abejorros y otros polinizadores y que
hoy queremos denunciar aquí.
Quizás habréis oído hablar, en los
diferentes medios de comunicación, de una desaparición inexplicable de grandes
poblaciones de abejas, ocurridas en un corto período de tiempo y especialmente
en colmenas del hemisferio norte. Este suceso es lo que se ha venido a
denominar "Síndrome de Despoblamiento de las Colmenas" (SDC) o
"Colony Collapse Disorder" (CCD) para el mundo anglosajón.
Al ser un hecho inexplicable nos lleva a
preguntarnos que ha podido provocar esta desaparición e intentar encontrar las
causas de este terrible acontecimiento que acaba con la mayor parte de la
población de las obreras adultas de las colmenas, dejando a la reina sola con
unas pocas abejas recién nacidas y cuyo misterio se acentúa tras comprobar la
total ausencia de abejas muertas en el interior de las colmenas o en sus
cercanías.
Ante la necesidad de explicar este acontecimiento
se han propuesto múltiples agentes causales tales como virus, hongos,
insecticidas o incluso las radiaciones de las antenas de telefonía. También se
han descrito otros factores ambientales como el cambio climático o la pérdida
de diversidad genética de las abejas causada por el manejo humano en la
industria de la miel. Tal vez no haya una sola causa sino que sea una
combinación de todos esos factores, de cualquier manera a nosotros nos gustaría
hacernos eco de unos recientes estudios que apuntan a ciertos plaguicidas
llamados "neonicotinoides" como causa muy probable de este colapso.
Estos pesticidas sistémicos se utilizan de forma rutinaria y desmesurada en
nuestros cultivos para eliminar pulgones y otros insectos chupadores. Afectan a
toda la planta contaminando también el néctar y el polen actuando sobre el
sistema nervioso central de los insectos polinizadores (abejas, abejorros,
mariposas, sírfidos, escarabajos, etc).
El estudio concluye señalando tres
sustancias como culpables: Clothianidin, Thiamethoxam e Imidacloprid, esta
última es la sustancia activa del "Confidor", que es el pesticida más
utilizado en la actualidad en nuestro país. De hecho los neonicotinoides son
los insecticidas más ampliamente usados en todo el mundo aunque en algunos países
su uso ha sido restringido y en otros como Francia, Alemania o Italia, con buen
criterio, ya han sido prohibidos. ¿Debemos apelar al sentido común y esperar
que el uso de estos y otros productos similares se usen de forma racional?.
Pensad que pasaría si desaparecen los encargados de realizar una misión tan vital para la vida como es la polinización de las plantas. Las especies vegetales tienen flores adaptadas para ser polinizadas por el viento, por el agua, pero también por aves, roedores y sobre todo por insectos. Es fácil comprender que sin agentes polinizantes no se podría dar el desarrollo de las semillas y por lo tanto las especies vegetales se extinguirían. El viento y el agua nos garantizan aún la supervivencia de numerosas plantas, el resto de especies desgraciadamente están en peligro ya.
Confidor es la marca de insecticidas más utilizada por agricultores españoles. Ahora ha sido señalada como una de las posibles sustancias responsables de este desastre. |
Pensad que pasaría si desaparecen los encargados de realizar una misión tan vital para la vida como es la polinización de las plantas. Las especies vegetales tienen flores adaptadas para ser polinizadas por el viento, por el agua, pero también por aves, roedores y sobre todo por insectos. Es fácil comprender que sin agentes polinizantes no se podría dar el desarrollo de las semillas y por lo tanto las especies vegetales se extinguirían. El viento y el agua nos garantizan aún la supervivencia de numerosas plantas, el resto de especies desgraciadamente están en peligro ya.
TIPOS
DE INFLORESCENCIAS
Los insectos polinizadores, en su
incansable peregrinaje en busca del codiciado néctar que esconden las flores,
se encuentran con un sinfín de contenedores de polen de muy diferentes formas y
colores. A veces las flores aparecen de forma solitaria pero en muchas
ocasiones las plantas suelen tener varias flores que se distribuyen en
sorprendentes ramificaciones adquiriendo muy diversas formas. Estas
ramificaciones de flores se denominan inflorescencias y pueden ser de varios
tipos.
Podríamos hacer una primera clasificación
de las inflorescencias formando dos grandes grupos:
1-Racimosas: Caracterizadas por un crecimiento
indefinido y cuya floración se dispone de abajo hacia arriba o de la periferia
hacia el centro.
2-Cimosas:
Caracterizadas, por el
contrario, por un crecimiento determinado por el desarrollo de la primera flor
y cuyo sentido de la floración discurre de arriba hacia abajo o del centro
hacia la periferia.
Tanto las inflorescencias racimosas como las cimosas pueden ser simples, compuestas o a veces
incluso mixtas.
De
todas ellas haremos una descripción y para reconocerlas con mayor facilidad
utilizaremos un esquema de su estructura y un ejemplo del tipo de
inflorescencia.
1a-Inflorescencias racimosas simples
-Espiga: Las flores se distribuyen a lo largo de un
eje pero no están pedunculadas.
-Espiguilla: Es una inflorescencia típica de las
gramíneas caracterizada por poseer dos brácteas estériles (GLUMAS) tras las que
aparecen los ANTECIOS dípticos que están limitados a su vez por otras dos
brácteas (GLUMELAS).
-Umbela: Las flores pedunculadas parten todas de un mismo
punto.
-Corimbo: Los pedúnculos se distribuyen a lo largo de
un eje y tienen distintas longitudes para que las flores aparezcan a la misma
altura.
-Espádice: El eje es muy grueso y está cubierto por
una enorme bráctea que no hay que confundir con la flor. Las auténticas flores
son muy pequeñas y están adheridas al eje.
-Capítulo: Las flores se depositan sobre un plano.
Puede ser simple o compuesto por dos tipos de flores.
-Amento: Las flores unisexuales y carentes de
periantio se distribuyen sobre ejes pendulares.
1b-Racimosas compuestas
-Racimo
compuesto: Es un racimo del
que salen otros pequeños racimos.
-Umbela
compuesta: Es una umbela
que se vuelve a dividir en umbelas más pequeñas.
-Espiga
compuesta: Es una espiga de
la que emergen espiguillas sentadas.
-Panoja
de espiguillas: Es un
racimo ramificado de la que salen espiguillas pediceladas.
2-Inflorescencias cimosas
-Monocasio
o cima unípara: Se
caracteriza por tener un crecimiento del eje principal definido por el
desarrollo de la primera flor formando una sola ramificación que a su vez
vuelve a cumplir este proceso. Pueden presentar dos tipos de formas, helicoide
o escorpioide.
-Dicasio o cima bípara: El crecimiento del
eje principal es definido por el desarrollo de la primera flor pero de ella se
originan dos ramificaciones que a su vez vuelven a cumplir este mismo proceso.
-Pleocasio o cima multípara: Igual a las
anteriores pero de la primera flor se originan múltiples ramificaciones.
-Ciatio: Con apariencia de ser una única flor consta
sin embargo de varias flores, una flor pistilada y múltiples flores estaminadas
formadas por un solo estambre todas ellas rodeadas de un involucro de brácteas.